viernes, 10 de septiembre de 2010

`The Karate Kid´, poner chaqueta, quitar chaqueta



“La vida nos da golpes, pero podemos elegir volver a levantarnos.”
-Sr. Han
Más que un remake, `The Karate Kid´ (2010) es la reinterpretación de la película de 1984 dirigida por John G. Avildsen (`Rocky´). Y digo esto básicamente porque a pesar de que se repite exactamente el mismo planteamiento y esquema que el del film original (al igual que en `Predators´ con respecto a `Depredador´) se cambia el lugar de desarrollo de la trama, el nombre de los protagonistas, se rejuvenece notoriamente la edad de éstos, se cambia el karate por el kung-fu (convirtiendo el título en una contradicción enorme), se sustituye el mítico “dar cera, pulir cera” por un “poner chaqueta, quitar chaqueta” y (sobre todo) se sustituye el tono de entretenimiento adolescente de los ochenta por uno deliberadamente más “Disney”.

La verdad es que la impresión que tuve al ver las primeras imágenes de `The Karate Kid´ (2010) no fue especialmente buena. No es que tenga especial cariño al film original (básicamente porque lo descubrí demasiado tarde, y no forma parte de mi infancia ni de mi adolescencia temprana) pero ni los cambios realizados (sobre todo en lo que a sus protagonistas se refería) ni el tono “molón” tirando para infantil que pretendían darle me convencía lo más mínimo. Si bien finalmente no he salido brincando del cine, creo que `The Karate Kid´ es bastante mejor película de lo que puede parecer en un primer momento, y (al menos) se separa lo suficiente del original en lo que respecta a intenciones como para que no sea estrictamente necesario compararlas.


La verdad es que, puestos a hacer un remake de `Karate Kid´, puede que sea mejor que lo hayan hecho así y no uno que bebiera directamente del original, apelando a la nostalgia que evoca o intentado directamente revivir aquella experiencia para los adolescentes de hoy en día. Así que puede entenderse el que hayan sustituido la edad del protagonista de dieciséis años a doce, precisamente buscando que esta historia (demasiado ingenua para la adolescencia de hoy en día) llegue por lo menos al tipo de público que ronda la edad de su protagonista o incluso un poco más jóvenes (en conclusión: un tipo de audiencia más fácil de impresionar y de contentar). El entusiasmo general con el que ha sido recibida me hace pensar que la película ha sabido encontrar su nuevo público y ganarse su favor. Eso es importante.


Y es que la historia de superación personal que narraba el primer `Karate Kid´ (y que ahora intenta reproducir este) es tan básica y universal que sirve perfectamente para una película de adolescentes como para una película más infantil. Para una película de los ochenta como para una de 2010. La satisfactoria experiencia de dar su merecido a unos cuantos chuloplayas no conoce de edad, de nacionalidad o de tiempo. Porque es algo que no varía demasiado. Matones hay en todas partes, existían en los ochenta y existen hoy en día (la diferencia es que ahora esos pequeños cabroncetes cuelgan sus fechorías en internet, por eso de compartir sus “hazañas” con el mundo).
Pero lejos de intentar actualizar o modernizar mínimamente el planteamiento, a lo que juega Harad Zwart (director de cosas como `Superagente Cody Banks´ o `La Pantera Rosa 2´) es a aumentar el espectáculo, intentando hacer una película cinematográficamente más grande que el original. Es por ello por lo que el joven protagonista y su madre no cambian ahora de estado, sino de país (intentado aumentar la angustia de estar en un lugar nuevo y desconocido), sustituyéndose las soleadas playas de Los Ángeles por místicos parajes chinos. Se nota también en la acción y violencia de las peleas, que está claramente exagerada (en vistas de conseguir una mayor intensidad), sobre todo para tratarse de enanos de doce años. Y se nota en sus dos horas y veinte minutos de duración. Todo en `The Karate Kid´ parece perfectamente diseñado para conseguir ser un espectáculo más épico que el que fue su predecesora.

Por supuesto, se trata de una épica reducida a cine infantiloide, pero épica al fin y al cabo. Para conseguirlo Zwart se vale de todos los recursos que tiene a su disposición, desde un uso más elegante de la cámara que el que tenía el film original (con una utilización del formato panorámico tan convencional como efectiva), la mentada exageración en la acción (la escena en los que los matones persiguen a Dre como si de Terminators se tratasen) y de la violencia (vale que en china se les enseñe kung-fu a los niños desde pequeños, pero lo del torneo final es de mear y no echar gota), y sobre todo el acompañamiento de la eficaz música de James Horner, que es sin duda la que mayor favor le hace a la película, consiguiendo que algunas escenas consigan una relevancia que de por sí no tienen.


Esta mayor relevancia que parece buscar la película es al mismo tiempo un acierto y una desventaja con respecto al original, que era cine ligero hecho sin pretensiones, y en su honestidad residía su mayor acierto. Me viene a la cabeza por ejemplo la escena en la que el señor Niyagi (en esta el Sr. Han) habla sobre su trágico pasado a Daniel Larusso (aquí Dre Parker). La original es una escena pequeña e íntima, pero indudablemente emotiva. Aquí sin embargo ha sido convertida en una escena relevante y redentora, subrayándose que Dre es algo así como el hijo perdido de Han, y que éste es la figura paterna que Dre nunca ha tenido, y que su relación es algo grande y especial. Así pues, aquí no hay lugar para pequeños momentos íntimos como los del original, como en el que el Sr. Niyagi enseña a Daniel a cortar bonsáis, por ejemplo. Aquí todo lo que no sea grande o relevante es desechado, impidiendo conseguir así esos pequeños grandes momentos que a veces son los mejores.
Sin embargo, y a pesar de que se ha perdido un poco ese encanto del original, creo que se puede decir que la relación discípulo-aprendiz funciona también bastante bien. Tanto el joven Jaden Smith (es su tercera película, todas ellas remakes) como Jackie Chan están lo suficientemente acertados en sus respectivos roles, sobre todo si no se los compara con Ralph Macchio y Pat Morita. El primero no resulta tan insoportable y repelente como en anteriores trabajos (hablo sobre todo por su intervención en el horroroso remake de `Ultimátum a la Tierra´), si bien tampoco se consigue una gran implicación con su personaje. Y el segundo pues no tiene el encanto de Morita, pero se muestra lo suficientemente sobrio y capaz en un papel de maestro bastante alejado a los registros cómicos a los que nos tiene acostumbrados. Otro asunto bien distinto es el horroroso acento que le han puesto en el doblaje en español, imitando el que tenía el Sr. Niyagi, y que choca completamente con la acertada voz que suelen ponerle (y que curiosamente sí tenía el tráiler).

En definitiva, creo que no se le puede pedir a `The Karate Kid´ mucho más de lo que ofrece. Por lo menos entretiene en sus dos horas y veinte de duración (a todas luces excesiva, sobre todo si tenemos en cuenta que el original no pasaba de las dos horas) y ofrece un buen espectáculo para los más pequeños (los de la sesión a la que fui parecían pasárselo bastante bien al menos). No es una gran película (aunque juegue a serlo), ni es mejor que la original (en parte porque es esquemáticamente igual), pero antes que llevar a los niños a ver `Como Perros y Gatos 2´ o `Campanilla y el Gran Rescate´ más les valdría a los padres llevar a sus retoños a ver esto. Básicamente porque al menos `The Karate Kid´ no insulta la inteligencia de nadie (por exageradas que sean algunas escenas), y porque puede suponer la diferencia entre quién dé las patadas luego en el recreo y quién las reciba. Yo aviso.


PD: El tema final está interpretada por Justin Bieber (que debe de ser una celebridad, pues no paro de ver videos suyos entre los más vistos del youtube) y el propio Jaden Smith. Se llama `Never say Never´, y lo dejo ahí abajo por si a alguien le interesa (y podéis aguantar las posturitas de Smith y las caritas de Bieber…).



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