martes, 7 de diciembre de 2010

`Megamind´, un villano con crisis de identidad



“Si tenía que ser el malo, entonces sería el mejor malo de todos.”
-Megamind
Todavía con el agradable recuerdo provocado por `Cómo Entrenar a tu Dragón´ (How Train Your Dragon, Dean DeBlois, Chris Sanders, 2010) estrenada hace unos meses, y logrando pasar por alto el agridulce sabor de boca que me dejó `Shrek, felices para siempre´ (Shrek Forever After, Mike Mitchell, 2010), me acerqué al cine a dar una oportunidad a la nueva propuesta animada de Dreamworks. Ya he dicho muchas veces lo que pienso de esta compañía (fundada por Steven Spielberg), que si bien me parece muy alejada en cuanto a resultados de la grandiosa Pixar, tampoco se puede negar que saben cómo montar un buen espectáculo con un mínimo de calidad.

Esas son las razones por las que decidí dedicarle mi tiempo a `Megamind´, la película dirigida por Tom McGrath (codirector de las dos entregas de `Madagascar´), a pesar de tener un argumento demasiado similar a la película de Illumination Entertainment `Gru, mi villano favorito´ (Despicable Me, Pierre Coffin, Chris Renaud, Sergio Pablos), filme estrenado hace tan sólo unos meses y que también intentaba ser una vuelta de tuerca a las historias de héroes al centrarse en la figura de un villano. Pero la verdad es que el film de McGrath aprovecha mucho mejor su punto de partida que aquella película (que no acabó de convencerme), creando una entretenida y divertida distorsión de historias comiqueras.


La subversión del mundo del superhéroe
Como viene siendo habitual en una compañía tan profesional como Dreamworks, nos encontramos con una narración fluida y cuidada puesta en escena desde el primer momento. La película comienza con un prologo en el que vemos al protagonista en serios apuros. Entendemos que es en esa situación donde confluirá la historia de su vida, que comienza a narrarnos en tono satírico a continuación: una reinvención cómica del mito de Superman, claro que esta vez con dos puntos de vista: el del niño enviado a la tierra para ser un héroe, y el otro niño enviado a la tierra para ser... ¿qué?
Esa es la gran cuestión sobre la que habla la película: la crisis de identidad de alguien que no sabe muy bien qué papel juega en este mundo, siempre estando a la sombra de otro personaje idéntico a él pero al mismo tiempo mucho más afortunado, talentoso y amado, que está llamado a ser un héroe (Metro Man, con voz de Brad Pitt). Por el contraio, el escaso talento de Megamind (Will Ferrell) a la hora de ganarse el afecto de los demás y ser aceptado por la sociedad le llevan a cuestionarse su lugar en el mundo, dejándole como única opción la única cosa que parece dársele bien: ser un villano (algo así como Elijah Price en `El Protegido´, claro que con menos carga dramática). 

Pero hete aquí que Megamind , en uno de sus enésimos intentos por vencer a Metro Man y hacerse con el control de Metro City (otra referencia a Superman), logra finalmente su malvado objetivo, consiguiendo exterminar a su rival y haciéndose con el control de la ciudad. Dicen los guionistas, Alan J. Schoolcraft y Brent Simons, que se inspiraron en una idea tan simple como básica: ¿qué pasaría si Lex Luthor consiguiera acabar finalmente con Superman? ¿Qué es un villano sin un héroe? La película nos muestra los cómicos resultados, que vienen a ser algo tan simple como que Megamind vuelve a quedarse sin una misión en la vida, completamente muerto del asco. Hasta tal punto que decide crear otro héroe para poder luchar con él.
Lo cierto es que hay inteligencia e interés en las ideas con las que juega la película, sobre todo en todo lo referente a los roles. La función que cumplimos cada cual en el mundo y que necesitamos en cierto sentido para definirnos a nosotros mismos juega un papel fundamental en la película, principalmente en lo que se refiere a su protagonista. Y es que Megamind tiene las características de un villano, pero no quiere ser realmente malo. También asistimos a sucesos curiosos, como el hecho de que una criatura especialmente creada para ser un superhéroe se corrompe por la naturaleza retorcida y egoísta del receptor, o un héroe que renuncia vergonzosamente a su deber por puro aburrimiento. Al final todo eso viene a decirnos que no son nuestras características las que nos definen, sino nuestros actos. Una buena moraleja. Y sin embargo no puedo evitar tener la sensación de que `Megamind´ desperdicia bastante la historia que tiene entre manos.

Y es que a pesar de que la historia resulta divertida y amena (gracias a chistes tan buenos como la imitación de Marlon Brando por parte de Megamind), hacia la segunda mitad falta algo más de garra para llevar la película aún más lejos, y sobre todo falta más emoción. La historia de amor entre Megamind y la reportera imitación de Lois Laine (Tina Fey) no funciona debido a lo insulso e insoportable que resulta este personaje, y la conversión del villano en héroe es poco creíble. Al final el fondo la película no se compensa con la forma, y Dreamworks vuelve a pecar del mismo fallo en el que suelen caer la mayoria de sus productos: un desarrollo de la historia plano y poco emotivo, que desaprovecha el jugoso material que tiene entre manos.
Las limitaciones de la película de Tom McGrath quedan bien claras al compararla con la incursión de Pixar en el mundo del superhéroe: `Los Increíbles´ (The Incredibles, Brad Bird, 2004), que al igual que ésta era una película cargada de acción y humor muy inteligente. Pero aquella lograba ser también una emotiva crónica familiar sobre las dificultades que supondría ser un superhéroe en la vida real (una película magistral, de mis favoritas de Pixar). Nada de esa madurez o humanidad asoma por ninguna parte en `Megamind´, una película a la que le falta ambición: el buscar ser algo más que una cinta animada del montón. Aunque eso no desmerece sus logros: el estar visualmente cuidada, tener un ritmo conseguido, un par de momentos espectaculares y algunos personajes con cierta gracia capaces de lograr la complicidad del espectador (excepto el femenino).


En definitiva, `Megamind´ se queda un elaborado entretenimiento ligero para los más pequeños, con algún que otro chiste para los “no tan pequeños” (es agradable que nos tengan en cuenta), y que está realizada con la inteligencia y el buen hacer de una compañía tan curtida como lo es Dreamworks. Pero definitivamente todos sus logros no logran ocultar sus defectos de historia y falta de emoción, que la dejan muy lejos de `Cómo Entrenar a tu Dragón´ y a años luz de la primera entrega de `Shrek´ (id, Adrew Adamson, Vicky Jenson, 2001). Pese a todo le doy un aprobado. No muy entusiasta, pero aprobado.

1 comentario:

Maria Jose dijo...

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Maria Jose
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