domingo, 5 de diciembre de 2010

Compositores de Cine, el poder en la sombra



Cuando miro los carteles publicitarios de los próximos estrenos que suelen estar colgados afuera de los cines a los que suelo ir (tengo tres diferentes, depende de la película y la ocasión), siempre me suelo fijar primero en el nombre del director (en caso de que no lo sepa ya de antemano), y acto seguido suelo buscar el del compositor. Soy consciente de que el buen resultado de una película depende del trabajo de muchos profesionales que el director debe de saber dirigir en la buena dirección, y hay muchos importantes: el guionista (el guión siempre es el cimiento de una película), el director de fotografía (juega un papel fundamental en el aspecto visual), el director artístico, el diseñador de producción, los encargados de los efectos... Todos trabajos muy importantes, piezas imprescindibles que deben de juntarse de la manera adecuada.
Pero ninguno llama tanto mi atención como el del compositor de cine, pues su trabajo tiene mucho que ver con el resultado final de la película y con las sensaciones que ésta pueda crear. Una misma película, con una banda sonora de dos compositores muy diferentes, podría dar como resultado dos películas igual de opuestas. Extraño pero cierto. Y es que la banda sonora parece en principio algo inherente a el film en sí, pero es en realidad algo que se añade a posteriori, cuando ya está terminado (también existen excepciones). El trabajo del compositor es, así pues, un trabajo ciertamente independiente y al mismo tiempo vital.
Por ello no es de extrañar que muchos cineastas mantengan una estrecha relación laboral con los compositores con los que mejor se entienden, y que mejor saben captar musicalmente lo que ellos quieren transmitir con su película. Casos como los de Steven Spielberg con John Williams, Tim Burton con Danny Elfman o M. Night Shyamalan con James Newton Howard, cuyos respectivos trabajos saben compenetrarse y compensarse a la perfección. Otros directores optan directamente por componer sus bandas sonoras ellos mismos (John Carpenter, Clint Eastwood), o por seleccionar la música que consideran más apropiada para su película (Quentin Tarantino).


Todo ello no es más que la prueba viviente del papel vital que juega la música en el cine. Y es que buen compositor puede llegar a subsanar las deficiencias de un director mediocre o de una puesta en escena poco cuidada, hasta tal punto de llegar a salvar la película o incluso de hacerla parecer buena. Siendo tal el efecto, no me extraña que muchos compositores sean mucho más famosos y respetados que los cineastas para los que realizan encargos, demostrando como demuestran en ocasiones mucha mayor personalidad y profesionalidad que ellos. Un ejemplo reciente: la labor de Hans Zimmer en `Sherlock Holmes´, estando sus honorarios mucho más justificados que los de Guy Ritchie y todos los efectos especiales juntos (que seguro que se dejaron una millonada).
En mi opinión, creo que hay que saber valorar el trabajo de la musical en una película en la medida de los logros generales de ésta. En otras palabras: los logros musicales pueden y deben de tenerse en cuenta, pero no pueden suponer la diferencia entre una buena y una mala película. Hay malas películas con estupenda banda sonora (un triste desperdicio), y hay películas indudablemente buenas en las que la música no es lo más destacable, sencillamente porque juegan a otra cosa o no lo necesitan. Afortunadamente el trabajo de los compositores puede juzgarse independientemente también, pues muchos son auténticos autores, con un estilo particular y una trayectoria bien trazada.
En breve un pequeño resumen de mis compositores actuales favoritos. Ojo, he dicho actuales. Eso excluye tanto a los fallecidos como Goldsmith, Poledouris y Herrmann como a los inactivos como Morricone, Williams y el antes grande Horner. Los logros de todos estos me temo que ya quedan simplemente para la historia...

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