martes, 25 de enero de 2011

`Carne de Neón´, Guy Ritchie a la española


“El mundo está dividido en dos: los que compran y los que venden, los que ponen la carne y los que se la follan.”
-Ricky
Últimamente el cine español no para de darme alegrías, y el primer sorprendido soy yo. Y es que hace no muchos años las películas que se hacían aquí me parecían todas iguales: cutres, sin imaginación, autocomplacientes. Cuántas veces habré dicho eso de “ya tenemos aquí otra españolada de turno” o algo semejante. Pero parece ser que han aprendido, que se fijan más en las demandas del público, y que se atreven con propuestas menos tópicas, más arriesgadas, y sí, también imitan más al cine que viene de fuera. ¿Y qué? No veo que tenga nada de malo, sobre todo si da como resultado cosas tan disfrutables como esta `Carne de Neón´, que no oculta en ningún momento sus dos referencias más cercanas: Quentin Tarantino y Guy Ritchie.
Desde el primer momento el director sevillano Paco Cabezas descubre sus cartas. Vemos la escena de la imagen de ahí arriba, en la que una bala se dirige a cámara lenta hacia la cabeza de Mario Casas (un actor normalmente inaguantable que sin embargo aquí está impecable). Oímos la voz en off del protagonista, guía y narrador de toda la película, que se pregunta quién sería el imbécil que dijo que uno ve toda su vida pasar por delante de sus ojos antes de morir, asegurando que evidentemente dicho personaje no se encontraría en una situación tan jodida como la suya. Así se da pistoletazo de salida (nunca mejor dicho) a `Carne de Neón´, una película divertida, violenta, malhablada, gamberra, tierna y entretenida, muy entretenida.

Los hijos de puta también tienen su corazoncito
La película es una extensión un exitoso cortometraje del mismo nombre escrito y dirigido por Cabezas en 2005 (con Óscar Jaenada en el papel protagonista), y que ahora el cineasta traslada a la gran pantalla. La historia gira en torno a Ricky (Casas), un chaval de 23 años que está harto de ganarse la vida en las calles, y cuyo plan para salir del agujero en el que vive es abrir un burdel de lujo que pretende regalar a su madre (hijos así ya no quedan), que es a su vez una prostituta que le abandonó cuando era niño y que está a punto de salir de la cárcel (madres como estas menos). Con la ayuda de sus colegas y poco de dinero que tenía ahorrado, Ricky consigue a un par de mujeres inmigrantes (una de ellas embarazada) como prostitutas y montan el local de sus sueños. Pero el mundo es un lugar cruel y salvaje, en el que los sueños de unos chocan inevitablemente con los intereses de otros...
Así podría resumirse el punto de partida de `Carne de Neón´, que ha sido descrita por sus responsables como “una historia sobre hijos de puta que en el fondo tienen buen corazón y desean ser amados”. Sin duda algo de eso hay. Los personajes son indudablemente gente despreciable criada en un ambiente sórdido: bastardos, perdedores, violentos y miserables que cogen a chicas sin papeles y las obligan a prostituirse. ¿Y qué otro remedio les queda? Son supervivientes al fin y al cabo, que se han criado en un mundo en el que hay que ser así para sobrevivir. Pese a todo también son personas, con sus sueños y esperanzas, que aspiran a una vida mejor. La película de Cabezas juega así con la mezcla de lo sórdido y lo tierno (la difícil relación entre Ricky y su madre es un perfecto ejemplo, tan cruda como llena de sentimiento).


Con estos personajes (caricaturescos, de poca moral, pero entrañables) como principal aliciente, Cabezas construye su particular historia a través de una narración extravagante, en la que la historia se interrumpe de vez en cuando para meter algún gag (la presentación de los personajes), llena de saltos narrativos y de distintas subtramas que se cruzan y entrelazan de manera caótica. Todo ello captado a través de una cámara inquieta, unos cuantos juegos visuales y un montaje videoclipero, además de una vistosa y colorida fotografía. Claro que al que haya visto `Lock & Stock´ (1998), `Snatch´ (2000) o `Rocknrolla´ (2008) este juego no le resultara para nada desconocido. Cabezas no oculta en ningún momento que las ha visto (siempre se ha mostrado alagado cuando le comparan con Ritchie), y se dedica a hacer exactamente lo mismo, imprimiéndole eso sí un ligero toque ibérico (muy bien introducido y diluido en la trama).
No creo que se deba de menospreciar el trabajo de este director sencillamente porque tome prestada la estética y estilo de las películas de Ritchie. Al fin y al cabo Cabezas se ha arriesgado con un tipo de propuesta completamente inédita en el cine español, y poner en practica el tipo de juego que propone `Carne de Neón´ no es para nada fácil y no tiene nada que ver con una imitación barata. Hace falta ingenio e inteligencia, tener un guión alocado pero bien estructurado, saber provocar pero también cautivar al espectador. Al fin y al cabo es un tipo de película en el que hay un dialogo directo con él: el protagonista se nos dirige siempre a nosotros, nos presenta a sus amigos, nos adentra en su mundo, y nos invita a pasárnoslo tan bien como podamos o queramos. Como digo, es un tipo de propuesta honesta, pero nada fácil de llevar a cabo. 

Por otra parte, lo que hizo Guy Ritchie no fue mucho más que tomar prestado un tipo de trama y de diálogos que Tarantino había puesto ya de moda con `Reservoir Dogs´ (1992) y `Pulp Fiction´ (1994), y fusionarlo con una puesta en escena más vistosa, que ya era propia de su compatriota británico Danny Boyle, director de `Trainspotting´ (1996) (otra película sobre seres marginales y autodestructivos). Así que Ritchie no descubrió la pólvora, y lo que Cabezas ha hecho no es robarle el invento. Sencillamente ha aplicado las reglas de ese cine a un juego similar pero con vida propia, con alma. De hecho `Carne de Neón´ funciona bastante mejor, tiene más violencia, más sexo y mayor desparpajo que las últimas propuestas del británico, con las que ha demostrado ser un director bastante más impersonal de lo que parecía en un principio (sobre todo con la sosa `Sherlock Holmes´).
En definitiva, `Carne de Neón´ es mucho más que una imitación barata. Se trata de una comedia negrísima, con mucho humor y violencia conseguida, en la que brillan unos actores bien dirigidos y que saben entender a sus “hijoputescos” personajes: al sorprendentemente convincente Mario Casas le siguen unos sobresalientes Vicente Romero, Dámaso Conde, Ángela Molina, Dario Grandinetti y Antonio de la Torre (uno de los payasos locos de `Balada Triste de Trompeta´). Quizá falle un poco el guión, no llegando a resultar del todo creíble y entendible el enfrentamiento final (¿qué es lo que impulsa a Ricky a volver al prostíbulo? ¿las ganas de ser por una vez el héroe de la función?). Defectos perdonables, que se compensan gracias a una brillante dirección artística y a una cuidada puesta en escena. 

1 comentario:

Unknown dijo...

Amo a Mario Casa, sí me gustó la película, creo que aborda el tema de la prostitución desde un punto de vista bastante atractivo, en general me pareció atractiva pero creo que le faltó muchísimo para cautivar al espectador.