lunes, 17 de enero de 2011

`Amor y Otras Drogas´, más de lo mismo


“Hay muchas cosas de la vida que no entiendo. Conoces a un montón de gente, y de repente conoces a una persona y tu vida cambia para siempre.”
-Jamie Reidy

No soy un gran aficionado al cine romántico. Sencillamente no es un tipo de género que me parezca interesante de por sí. Claro que una cosa es eso: mi predisposición a un tipo de película, y otra bien distinta lo que me parezca finalmente dicho film. Hay películas románticas que me han gustado, que me han emocionado, que me han hecho reír, disfrutar, llorar... Bueno, lo último no. Pero porque soy un capullo un poco reprimido más que por otra cosa. En definitiva: creo en las posibilidades de una buena película romántica. Por eso decidí darle una oportunidad a `Amor y Otras Drogas´ (Love and Other Drugs), que era además el nuevo trabajo del solvente realizador Edward Zwick, que venía de dirigir `Resistencia´ (2008), `Diamante de Sangre´ (2006) y `El Último Samurái´ (2003).

Desgraciadamente, y una vez visto el producto, he de decir que `Amor y Otras Drogas´ es una de esas películas que justifican perfectamente el tener prejuicios. Y es que no entiendo cómo se puede caer con tanta facilidad y con tanta pasividad en todos los tópicos del genero, empezando como comedia de toque no gamberro, pero sí desenfadado, para caer en la ñoñería y el romanticismo barato. No es que Zwick haya sido nunca un Spielberg. Sin ir más lejos sus anteriores películas aspiraban a ser grandes films y no pasaban de entretenidos. Pero cualquiera de ellos estaba a años de `Amor y Otras Drogas´, que no es más que la aburrida repetición de un esquema no ya sobado, sino completamente agotado.

Desde el comienzo con los títulos de crédito la película despide ese ligero aroma a comedia de los noventa (época en la que se desarrolla), mientras que se nos empieza a contar la promiscua y despreocupada vida de Jamie Reidy, uno de esos tipos muy superficiales con un don para embaucar a los demás y sin un verdadero propósito en la vida. Tras ser despedido de su anterior empleo (por no saber tener el pajarito dentro de los pantalones), encuentra trabajo como vendedor en una empresa farmacéutica, Pfizer, que se volverá famosa por sacar a la venta el Viagra. En una de estas conoce a Maggie, una mujer fuerte e independiente que busca el mismo tipo de relación que Reidy: sexo sin compromisos, nada más. Claro que inesperadamente los sentimientos irán surgiendo, y esa relación de sexo sin ataduras desembocará en amor para sorpresa de ambos (que no del espectador).
El juego al que juega `Amor y Otras Drogas´ es ya viejo. Es algo así como: “¿qué podemos hacer para convertir en interesante una típica historia de amor?”, “pues no sé... vamos a buscar a dos personas que parezca imposible que acaben enamoradas: dos personas que detesten el amor y los compromisos”. Suena original, ¿verdad...? Pues no, a mí tampoco. No es por mostrarme frívolo con una historia que al fin y al cabo está basada en hechos reales (el libro escrito por el propio Jamie Reidy). Es sencillamente que nada funciona como debería en la película, resultando poco creíble, tópico y (en consecuencia) aburrido. Uno puede adivinar fácilmente cuál va a ser el siguiente paso de unos personajes que parecen atados a un guión sin imaginación ni vida propia, y eso imposibilita el interés o la implicación emocional.

Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway son dos actores muy solventes, capaces de construir personajes interesantes cuando el material les da para ello. Sin ir más lejos ya habían trabajado juntos en `Brokeback Mountain´ (Ang Lee, 2005), interpretando una relación mucho menos idílica (en realidad una farsa), pero diez mil veces más interesante que la que tienen entre manos en `Amor y Otras Drogas´, que parece un simple excusa para volver a acostarlos juntos en la gran pantalla. Ambos actores realizan trabajos esforzados, y si la película no se hunde es sin duda gracias a ellos, que logran dar interés al asunto y compensar la aburrida sosería de Zwick. Gyllenhaal pone su físico y su carisma, mientras que las escenas más dramáticas de la cinta recaen en Hathaway, que logra transmitir el dolor y  el peso de la enfermedad que sufre su personaje, más allá de el armazón que se ha construido para que nadie le haga daño.
Pero ni la buena labor de estos dos actores, ni la música de James Newton Howard (ahogada por una selección de grandes éxitos), ni un par de apuntes curiosos sobre los trapicheos de los comerciales farmacéuticos logran salvar una película que no es ni más ni menos que una comedia romántica más (carrera final detrás de la chica incluida) en el la relación de los protagonistas debe de vencer todos los obstaculos que se les presentan (la mayoría generados por sus propios miedos y dudas). Todo el rollo del nacimiento de la Viagra, la humorística crítica a la poca moralidad de las compañías farmacéuticas y las escenas de sexo algo picantonas se quedan en un simple telón de fondo, como para desviar la atención y que no nos demos cuenta de que se nos está vendiendo otra vez la misma historia de siempre.

En definitiva, es una pena que en pleno 2010, actores y directores competentes y reconocidos se entreguen con tanta facilidad a estas historias que son tópicos en sí mismas. ¿Qué ha sido del riesgo? ¿Qué ha sido de las ganas de contar algo que tenga verdadera garra, pasión y visceralidad? `Amor y Otras Drogas´ no es un bodrio ni un film despreciable, hay competencia y saber hacer en su forma y ejecución, pero resulta vergonzoso que sea un producto tan desalmado, tan poco divertido y emocionante; que uno contempla con resignada indiferencia y olvida nada más salir del cine.
PD: Hace poco se supo (para sorpresa de muchos) que Ane Hathaway interpretaría a Catwoman en la tercera entrega que está preparando Nolan: `The Dark Knigh Rises´.

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