domingo, 25 de julio de 2010

`Dexter´, el encanto del asesino


Mi oscuridad revelada, mi yo interior acogido, sí, ellos me ven, soy uno de ellos, en sus sueños más sombríos...”
-Dexter Morgan
Me parece que voy a traicionar un poco los principios del título que en su día decidí ponerle a este blog (al que declaro desde ya uno de los ejercicios de autismo más menospreciados de la historia), y es que `Dexter´ no es el nombre de ningún film, sino de una serie de televisión. Aunque esa traición me parece bastante cuestionable, pues irónicamente en estos momentos se puede encontrar mucho más y mejor cine en algunas series de televisión que en la gran pantalla.
Triste pero cierto. La decrepitud del cine parece haber traído consigo una especie de edad de oro para la TV, llegando a darse bastantes casos en que actores (y otros profesionales) de cine se han pasado a este formato en busca de trabajos más interesantes, cuando antes lo normal era justo lo contrario: pasar de la tele al cine. No sigo demasiadas series de televisión, pero no me es muy difícil nombrar algunas que sirvan como ejemplo: `Los Soprano´, `Perdidos´, `The Wire´, `Carnivale´, `24´, etc.
Sin embargo de todas ellas la que realmente me ha cautivado a mí es `Dexter´, serie que descubrí por casualidad en una de esas promociones gratuitas del canal FOX, y que a pesar de pillarla ya empezada me engancho en el acto. La serie nos cuenta las andanzas de un analista forense de Miami especializado en sangre que tiene una doble vida: mientras para todo el mundo es un simpaticón empleado del departamento de homicidios Dexter es en realidad un sociópata incapaz de sentir nada (pero muy bueno fingiendo) que se dedica a matar a criminales por las noches, despedazar sus cuerpos y arrojarlos al mar (“sacar la basura”, lo llama él). Y todo porque su fallecido padre (el ex-policía Harry Morgan), intuyendo la conducta enfermiza del muchacho, le adiestro para canalizar sus impulsos homicidas contra gente que se lo mereciera y le dio un código para evitar que jamás le atrapasen. Sencillamente flipante.



Las claves su éxito
Que un asesino, un autentico sociópata que es incapaz de sentir nada tenga la “consideración” de dirigir sus tendencias criminales hacia otros asesinos es cuanto menos curioso, y a pesar de no ser ni de lejos un héroe (ni una persona con la que sería fácil sentirse identificado a primera vista) lo cierto es que Dexter Morgan cae simpático. Básicamente, porque mientras que oculta su verdadera identidad a su hermana (también policía), sus compañeros y su pareja, hace participe de todos sus secretos al espectador, al que habla en todo momento voz en off.

Así pues, la serie nos invita a ser cómplices de un asesino, un punto de vista que rara vez tenemos la ocasión de probar, siempre atados a la visión del policía bueno que persigue al asesino malo. Aquí nada es tan sencillo, y los terrenos morales en los que se sumerge la serie son harto peliagudos, llegando prácticamente a plantear la posibilidad del “asesino bueno”.
Sin duda estos son los principales atrayentes de la serie, que comienza siempre con un genial opening compuesto básicamente de primeros planos que hacen que algo tan común como prepararse por las mañanas parezca truculento (perfecto reflejo del contraste de las dos vidas paralelas que lleva Dexter), y con una música que le va como anillo al dedo. Claro que ni el mejor opening, ni el planteamiento más ingenioso del mundo bastan para sostener una serie.


Afortunadamente `Dexter´ no es de esas series que plantean historias independientes en cada episodio (series que al final acaban resultando largas y repetitivas) y ofrece una historia global, que termina y acaba en cada temporada (pudiendo juzgar a cada una de éstas de forma diferenciada) como si cada una fuese una entrega de una saga fílmica. En parte esto es así porque cada una de las temporadas está basada en uno de los volúmenes de la saga literaria en la que se inspira la serie (digo inspira porque tengo entendido que hay diferencias sustanciales).
Así pues, cada temporada nos plantea nuevos obstáculos y desafíos, dando resultados dispares. Sin duda las dos primeras temporadas son las mejores. La primera, por ser la que da comienzo a la historia y la nos ofrece las primeras piezas para descifrar ese puzle que es Dexter (su oscuro pasado y su hermano); y la segunda, por ser la que mayor intensidad ha logrado hasta el momento, y la que realmente hace comerse las uñas a uno por lo cerca que están de pillar a nuestro querido asesino, con un perfecto uso de la intriga (una de las principales razones para defender las cualidades fílmicas de esta serie). La tercera me resultó en general algo más sosa, aunque en su tercio final mejora mucho (casi redimiéndola completamente) y nos ofrece momentos estupendos.

Con la cuarta creo que han logrado remontar el pequeño bajón de la tercera (en parte porque ofrece una historia bastante más interesante), pero también empiezo a notar cierto agotamiento de la formula (aunque quizá esté equivocado y el que está perdiendo interés soy yo). Lo digo porque la temporada parece algo alargada para cumplir con los doce capítulos reglamentarios, cuando parece que se podría haber resuelto en bastante menos. Eso se nota sobre todo en las historias secundarias (la relación entre Batista y LaGerta), que parecen de relleno. Pero en general los creadores procuran seguir ofreciendo cosas nuevas, además de un arriesgado e impactante final (de mear y no echar gota).
La máscara del asesino
Pero sin discusión, e independientemente de los bajones o de los giros en la trama quien siempre está impecable (incluso empapado de sangre) es Michael C. Hall. Hall había participado en otra aclamada serie (`A dos metros bajo tierra´) y ha tenido intervenciones de poca relevancia en el cine (`Gamer´, `Paychek´). Pero sin duda el papel por el que será siempre recordado es por el de Dexter Morgan, un personaje que se vuelve completamente fascinante en sus manos.

A primera vista puede parecer un papel fácil, pues Dexter no revela sus verdaderas emociones y todo lo que pasa realmente por su cabeza está narrado. Así pues, uno puede pensar: poner cara de póker y narrar, no es tan difícil. Nada más lejos de la realidad, pues la dificultad reside en fingir ser un hombre que finge ser otro (muy bien además). El actor haciendo de actor. Hall está a la altura de la complejidad de su personaje, que se va descubriendo poco a poco ante el espectador (y ante sí mismo). Y es que Dexter es como las cebollas: un personaje con muchas capas (¿qué haría yo sin las filosofías de Shrek?).
Una vez leí que lo que realmente gustaba de la serie era la idea de poder ponerse en la piel de alguien como Dexter: un lobo solitario, un hombre independiente, en buena forma, que vive en un clima tropical, con el apartamento perfecto, con una barca propia, un buen trabajo y que (por si fuera poco) está libre de las ataduras sociales y morales, y se libra de la escoria de la sociedad por las noches (como una versión sanguinaria de un superhéroe). Aquel argumento (hecho de manera despectiva, por cierto) no iba del todo desencaminado, la verdad.

El personaje (y la serie, que viene a ser lo mismo) engancha por eso, no hay ninguna duda, pero la cosa no se queda ahí, de lo contrario sus cuatro temporadas hubieran sido un soberano aburrimiento (en lugar de un placer). Y es que lo realmente fascinante de este personaje no es lo que se esconde detrás de su mascara de ciudadano ejemplar, sino lo que se esconde detrás de su mascara de asesino.

Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que el mundo de Dexter (y las reglas que lo rigen) no es tan perfecto como parece a primera vista. Esta sensación llega a su culmen en la segunda temporada, cuando Dexter se da cuenta de que su padre adoptivo (la verdadera razón de que el sea así, y por cuyo código siempre se había regido) se suicidó al darse cuenta de lo que había creado. También nos vamos dando cuenta de que en realidad Dexter no es tan frio como parece ser, y de que él también comete errores (todo esto queda claro ya en la tercera temporada, y se reafirma en la cuarta). En definitiva: se nos presenta un monstruo, y poco a poco vamos descubriendo un ser humano, con miedos y preocupaciones bastante comunes. Y nos sorprendemos sintiéndonos identificados con él.
No hay nada en Dexter Morgan que me haga pensar que no es como otro ser humano cualquiera (con costumbres algo sanguinarias, eso sí), ni siquiera su completa certidumbre de que él finge todo lo que los demás experimentan realmente. Porque la verdad es que todos fingimos, es un instinto de supervivencia muy humano. Fingimos por el miedo al rechazo de los demás, y lo que le pasa Dexter es que tiene miedo al mundo, a mostrarse tal y como es ante él (no en vano aprovecha las pocas ocasiones en las que considera haber encontrado a alguien que le acepta realmente, como con Miguel y Lila).

La serie nos descubre el mundo a través de sus ojos: los de un hombre al que le resulta mucho más fácil secuestrar, matar, descuartizar, y librarse de una persona (sin que le pillen) que ejercer labores aparentemente más sencillas: como ser un buen hermano, un buen amigo, un buen novio, un buen marido, un buen padre... Así es Dex, un asesino superdotado pero un retrasado a nivel emocional. Por eso muchas veces sus aprendizajes llegan a resultar infantiles, muy básicos y surgen de los lugares más inesperados (sus victimas, sin ir más lejos).
Pero en la mayoría de los casos no resulta nada difícil sentirse identificado con esos aprendizajes, como en las pocas ocasiones en las que llega a confiar plenamente en otra persona (algo que nos toca de cerca de todos aquellos a los que esto nos cuesta horrores), que siempre acaban de manera trágica (igual es que en realidad no se puede confiar plenamente en nadie, digo yo).
Resulta fascinante ver lo evolucionado que llega a estar en la cuarta temporada, en la que parece que su máscara se va convirtiendo en su verdadera cara de tanto llevarla. Como si de tanto fingir la mentira se hubiese vuelto verdad, y hubiese una lucha interna entre el “Dexter asesino” y el “Dexter hombre de familia”. Y es que todo parecía indicar que Dexter estaba ya preparado para decir adiós a su “oscuro pasajero”. A eso habrá que ver como ha afectado “ese impactante final”, y qué rumbo toma su personaje en la quinta temporada (que se está preparando actualmente).


Conclusión
Por supuesto, hay otros factores que acaban de redondear la serie. Los actores secundarios, todos ellos perfectamente acertados y a gusto con personajes con los que tienen tiempo de sobra para familiarizarse (así como para matizarlos). Yo destacaría el personaje de la hermana de Dexter -Debra Morgan-, interpretado con solvencia por otra actriz que no ha hecho nada relevante en cine: Jennifer Carpenter (`El Exorcismo de Emily Rose´, `Quarentine´). Debra cae simpática por razones completamente opuestas a las de su hermano: su vulnerabilidad acompañada de un espíritu indomable, y su franqueza (que suele ir acompañada de bastantes tacos).

También suelen estar bastante acertados los “invitados” que suele tener la serie cada temporada: en las dos primeras fueron Christian Camargo y Jaime Murray interpretando al asesino del hielo y a Lila West, respectivamente. Dos aportaciones mucho más interesantes (aunque curiosamente para temporadas algo más flojas) son las de Jimmy Smits como el fiscal Miguel Prado y John Ligthow como el asesino Trinity (sobre todo este último está fantástico). Y al parecer la próxima temporada contará con la actriz Julia Stiles, reafirmando eso de “actores de cine que se pasan a la tele”.

El nivel técnico de la serie me parece perfecto, con una realización no demasiado personal (lo cual es obvio, pues los capítulos van dirigidos por directores diferentes, y si cada uno impusiese un estilo la serie sería un completo caos) pero sin duda efectiva. Además, el universo de Dexter es tan peculiar que se define a sí mismo sin demasiada dificultad. Una puesta en escena siempre eficiente (que deja en ridículo a muchas películas), un guión solido de Melissa Rosenberg (sorprendentemente también la guionista de `La Saga Crepúsculo´) y como marco la tropical Miami (y la típica música de la zona). ¿Qué más se puede pedir?
En definitiva, en mi (soberana) opinión `Dexter´ es una de las mejores series que se pueden ver en la actualidad en la tele (es un decir, porque sólo la han emitido un par de veces en Cuatro, y no precisamente en horas de máxima audiencia). Una propuesta que engancha, con un personaje principal fascinante, y que en sus sucesivas temporadas ha intentado siempre reinventarse a sí misma y ofrecer algo nuevo (con mejores y peores resultados). Yo ya espero con gran interés la quinta temporada, pero sobre todo espero que sus responsables sepan darle a la serie el final que se merece (que me da en la nariz que va a tener poco de “felices para siempre”), antes de que la formula esté completamente agotada y la originalidad bajo mínimos, algo de lo que `Dexter´ se está librando por el momento.

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