“No eres más que un niño que intenta demostrar ser un hombre.”-Laufey, rey de los gigantes del hielo
Aún recuerdo cuando salieron los primeros carteles y avances de `Thor´, y me frotaba yo las manos con las inmensas posibilidades de que un personaje como este hubiera tenido la suerte de caer en las manos de un director como Kenneth Branagh (`Hamblet´, `Frankestein de Mary Shelley´, `Mucho Ruido y Pocas Nueces´) esperando que todo esto se tradujera en una gloriosa aventura, de gran carga dramática e incluso un magnifico potencial épico (pocas historias de la Marvel invitan tanto a ello como la de Thor). Cuán amargo es darse cuenta de cómo son realmente las cosas en un mundo en el que lo que importa no es construir una gran película ni contar una historia que valga realmente la pena, sino realizar un producto que ofrezca lo mínimo posible con vistas a ser explotado en sucesivas secuelas, diseñadas para sacar el dinero de nuestros bolsillos y meterlo en el de los productores de Hollywood.
Escribo así pues estas líneas algo indignado, quizá más de lo debido, pues me revienta pensar en las posibilidades de `Thor´, en lo que podría haber sido y finalmente no fue. Porque aquí no se trata de falta de talento, hay mucho de eso en la película de Branagh, no sólo en el apartado técnico, sino también en el actoral. Pero poco de eso importa cuando el director, que debería de ser siempre el máximo responsable, el que cortase el bacalao, pasa a un segundo plano y se convierte en un títere en manos del estudio Marvel, que desde `Iron Man´ producen todas sus películas en las que han intentado imponer el sello personal de la compañía. Y ese es precisamente el problema, que tanto esta `Thor´ como `Iron Man´, `Iron Man 2´, `El Increíble Hulk´ y `Lobezno´ están cortadas por el mismo patrón, parecen dirigidas por la misma persona, no hay diferencias en cuanto a forma entre unas y otras.
Lo que la Marvel pretende está muy claro: crear un “tono estándar” para todas sus producciones, con vistas a unificar el universo Marvel como lo estaba en el comic y allanar el camino para la futura producción de `Los Vengadores´ (The Avengers, Joss Whedon, 2012) en la que podremos ver a varios de ellos juntos por primera vez en la gran pantalla (de hecho ya hemos visto cameos de unos en las películas de otros, y esta no es la excepción). El problema de este proceso, por estimable que pueda parecer, es que hiere gravemente las posibilidades de un producto al que impiden nacer en todo su esplendor en el arte cinematográfico, un lenguaje completamente diferente al cómic (por mucho que películas como `Sin City´ o `300´ hayan desdibujado la línea que los separa con bastante acierto) y que pide a gritos otro tipo de vida que no sea una vulgar imitación con actores de carne y hueso de un tebeo.
Un producto cinematográfico necesita otra cosa, alma o vida propia por así decirlo, y eso es algo de lo que precisamente adolece `Thor´, que pese a su increíble presupuesto y sus a ratos magníficos efectos especiales no deja de sentirse en todo momento como el episodio piloto de una serie de televisión, que sólo busca presentar a los personajes y ponerles un par de piedras en el camino antes de que aparezcan en pantalla los títulos de crédito y el timo ya esté ejecutado. En ese sentido Branagh, un director que tampoco es de mis favoritos pero al que siempre he sabido reconocer una personalidad y una implicación con sus proyectos que aquí no asoma por ningún lado, cumple con desapasionada resignación su cometido de mercenario, con corrección en la puesta en escena, y sobresaliendo en ciertos momentos aislados que aparecen tramposamente como chispazos de emoción, haciendo presagiar la gran aventura que nunca llega a ser.
Para ser justos, toda la parte del comienzo (el de verdad, no el inútil prólogo que nos lleva a la tierra antes de tiempo), la leyenda de las guerras del pasado narrada por Odín (Anthony Hopkins, brillante como siempre), bastante calcada al comienzo de `La Comunidad del Anillo´ (Peter Jackson, 2001), así como toda la parte de Asgard resulta bastante más estimulante, aunque sólo sea por el estupendo diseño artístico y la potente banda sonora. Es cuando bajamos a la tierra cuando la historia se estanca y no va hacia ninguna parte, cuando sólo queda lugar para el humor infantil y el aburrimiento, porque realmente no ocurre nada de interés, y todo lo que ocurre no es más que una manera de hacer tiempo hasta que Thor vuelva a su hogar para librar la batalla final.
Y es que no hay orígenes que contar en `Thor´, por eso es un error el haber planteado esta película como una especie de `Iron Man´ (Jon Favreau, 2008), pues el dios del trueno no necesita una película para construirse una armadura ni nada por el estilo. Lo que sí hubiera necesitado es una historia que plantease una evolución más coherente en el personaje, de arrogante y orgulloso guerrero a humilde héroe verdadero, al mismo tiempo que explotase una siempre interesante rivalidad fraternal y una difícil relación paterno-filial; y si tiene que aparecer la típica historia de amor de por medio pues bien, siempre que no quede demasiado tópica. Pues bien, más o menos todo esto se da en `Thor´, el problema es que ocurre porque lo pone en el guión, no porque se dé realmente, se desarrolle de una manera natural o se explote en un sentido dramático. No, sencillamente ocurre y punto, que es más fácil y, ¿para qué complicarse la vida?
Chris Hemsworth compone un personaje de una sola pieza. Al principio es un chulo, luego se enamora y de repente es un buenazo. Natalie Portman es un buen reclamo publicitario tras haber ganado el Oscar por su fascinante composición en `Cisne Negro´, pero el personaje que interpreta aquí es tan inservible, secundario y tonto que hasta da pena verla metida en esto. Stellan Skarsgård y Rene Russo también aparecen pero no hacen mucho. Y ya ni entremos en los caricaturescos (en el sentido peyorativo) secuaces del protagonista, capaces de transportar la cinta de un plumazo a insospechados niveles de infantilismo. Sólo salvaría realmente a Tom Hiddleston, cuyo Loki sí que tiene algo de interés, pues es mucho más que un simple villano, un ser realmente contradictorio y acomplejado en busca del reconocimiento de su padre (muy Shakesperiano, como es del gusto de Branagh). Pero incluso este interesante personaje queda desdibujado y desaprovechado por la verdadera torpeza del guión, pues, ¿a caso no es su plan ridículo? Menos mal que parece que en `Los Vengadores´ también tendrá una oportunidad.
Todo esto convierte a `Thor´ para mí en una amarga decepción, que no es sinónimo de una película deleznable como mi tono podría hacer pensar. Hasta cierto punto, y si quitamos el tedioso bloque central, la cinta puede servir para echar la tarde. Pero como cine de aventuras, con todas las emociones que ello implica (épica, conflicto, romanticismo, culpa, redención, perdón…) `Thor´ funciona sólo intermitentemente, a ratos brillando gracias a que el talento escondido del señor Branagh se asoma tímidamente por encima de las directrices impuestas por el estudio (que de negocios sabrán mucho, pero de cine lo justo). El resto de las veces el merito del funcionamiento del film es exclusivo de la estupenda banda sonora de Patrick Doyle, que sin duda hace que la peli parezca infinitamente mejor de lo que es.
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