“No voy a matarte, sería demasiado fácil para ti. Te mereces vivir con lo que has hecho.”-Jacob (Taylor Lautner)
Supongo que no es demasiado ético atacar una saga por el tipo de público al que va dirigida, por más que sea un tanto risible ver las colas llenas de adolescentes eufóricas y todas esas histéricas reacciones que se dan en las salas de cine en las que se proyecta `La Saga Crepúsculo: Amanecer, Parte 1´ (The Twilight Saga: Breaking Dawn, Part 1, 2011), penúltima entrega de la exitosa franquicia —el último libro ha sido dividido en dos, por eso de explotar al máximo la gallina de los huevos de oro—. Y es que si bien todo esto convierte el ir a ver una de estas películas en un proceso un tanto bochornoso, bien es cierto que otras sagas que gozan de mí simpatía —como `Harry Potter´ y `ESDLA´ (TLOTR)— también tienen fanáticos seguidores con comportamientos no menos irracionales y censurables. No, el verdadero problema es cuando la productora es bien consciente del poder adictivo que tienen sobre sus seguidores, y se dedican sencillamente a darles lo que piden sin currárselo un poquitín, sin esforzarse por contar una buena historia.
En ese sentido, no dice mucho del respeto que siente la productora Summit Entertainment por su público el que hayan estrenado un producto tan vago y poco eficiente, cuando estamos hablando de una franquicia que ha recaudado millones alrededor del mundo y que no está precisamente falta de medios y presupuesto —al menos en ese sentido la cutre primera entrega tenía la excusa de estar hecha con cuatro duros—. La elección de un director aparentemente con el suficiente criterio como Bill Condon —realizador de `Kinsey´ (id, 2004) y `Dioses y Hombres´ (Gods and Monsters, 1998)—, así como implicados de talento como Guillermo Navarro o Carter Burwell —recuperando su puesto en la saga tras los aportes de Alexandre Desplat y Howard Shore—, parecían razones suficientes para confiar en que esta cuarta entrega de esta saga que había ido yendo a mejor —poco a poco— cumpliera con unos mínimos en lo que a espectáculo juvenil se refiere, y me refiero para con cualquier tipo de espectador, no sólo fans fervientes de la obra de Stephenie Meyer o enamoradas del atractivo de los protagonistas. Y he ahí el problema clave de `Amanecer, Parte 1´: que es una lujosa superproducción increíblemente aburrida, torpe y light.
Las deficiencias del trabajo de Condon —no deja de tener guasa el apellido del director dada la temática de la película— quedan en evidencia sólo con compararlo con el de su predecesor David Slade, que sin dejar de ser un mero títere en manos de la productora —desde la segunda entrega todas se rigen prácticamente por el mismo impersonal estilo visual, no hay más que fijarse en las panorámicas de los bosques para ver de lo que hablo—, al menos realizó un trabajo eficiente, más oscuro y disfrutable. Pero Condon se muestra especialmente poco inspirado en sus labores de mercenario, sin saber dotar a la película de ritmo, interés o de emoción —se nota mucho que no le apasiona lo que está contando—, a lo que seguramente no ha ayudado el apostar por una complacencia absoluta hacia los fans, a los que se les obsequia con una excesivamente larga y tediosa primera parte centrada en la boda de Edward y Bella y su posterior luna de miel con sexo para todos los públicos, ambos acontecimientos narrados sin el menor brío y llenos de momentos ridículos y humor infumable —Bella soñando que gana una partida de ajedrez y se avalanza sobre su esposo, todos esos comentarios chistosos que se dan en la ceremonia...—.
Da la sensación —y es una sensación, pues no he leído el libro— de que tanto la idea de dividir este volumen en dos partes como el querer ser muy fiel al texto de Meyer son los factores que lastran el conjunto de una obra que no logra funcionar bien como cine, llena de momentos que no aportan nada relevante —los preparativos de la boda…— y cosas que puede que queden bien en la imaginación del lector, pero que no funcionan en imágenes —los sueños de Bella…—. Se pierde demasiado tiempo con todos estos preámbulos y trivialidades, la cosa se estanca aún más en la farragosa parte de la luna de miel —de lo menos sensual, atrevido o romántico que he visto en mi vida— y da la impresión de que la verdadera película tarda en arrancar una eternidad. Y cuando lo hace, ni la dramática de un embarazo peligroso ni la amenaza del asedio de los lobos parecen ser explotados de manera tan emocionante como deberían, a pesar de jugar con un material siniestro en el primer caso y de grandes posibilidades emocionales en el segundo —Jacob enfrentado a su propio pueblo—. Es más, toda esta parte se nota demasiado precipitada y torpemente narrada, como si los productores hubieran querido resumir al máximo tanto los momentos escabrosos como los que requerirían mayor cantidad efectos especiales.
Así pues, no hay lugar para la épica, la aventura o la tensión en las pocas escenas de acción que se dan, con efectos tan poco conseguidos que uno echa inevitablemente de menos la eficacia que demostró Slade en el tercio final de `Eclipse´ —cuanto más lo pienso, más convencido estoy de que hubiera sido el director perfecto para terminar la saga—, y el único que parece estar por la labor de emocionar al espectador es Carter Burwell con su maravillosa banda sonora —de lejos lo más salvable de la cinta—, mejor conductora del relato que la poco imaginativa puesta en escena de Condon y verdadera responsable de los pocos momentos en los que la película logra algo parecido a emocionar —la escena en la que Jacob se enfrenta a su lider, por ejemplo—. Lástima que incluso un acierto como la música se vea eclipsado —chiste fácil— por la desafortunada decisión de meter canciones modernas y juveniles cada dos por tres —otra concesión más a sus espectadores—. Burwell es también el gran protagonista del potente desenlace en el cual, con un montaje adecuado y la excelente banda sonora a juego, se consiguen unos instantes inesperadamente emotivos y dramáticos, tampoco nada del otro jueves, pero que al menos sí poseen algo de la fuerza, dramatismo e intensidad que tanto le falta al resto de la película.
Esos últimos diez minutos —desde que Bella rompe aguas— son el único momento en que la cinta parece estar a la altura de lo que una producción así debería de ser, mientras que el resto se reduce a hacer las delicias de las fans que suspiran a cada beso, ríen cada broma sin gracia y gritan apenas vislumbran cualquier cosa más subidita de tono de lo normal —es la primera entrega en la que vemos algo de sangre—. En el camino queda alguna que otra risible publicidad antiabortista —“no es un feto, es un bebé”— y por supuesto el lucimiento del atractivo trío protagonista. Siempre he defendido que Robert Pattinson es el mejor del conjunto, pero esta vez le he visto bastante desganado, como deseando acabar ya con este papel y continuar con su prometedora carrera. Su pareja en la vida real Kristen Stewart hace gala de su típica inexpresividad y colección de tics —incluso medio moribunda no sabe hacer otra cosa que pasarse la mano por el pelo—, siendo el excelente maquillaje y efectos lo que mayor favor le hacen a su interpretación. La sorpresa en esta ocasión la da Taylor Lautner —primer minuto y se quita la camiseta, acojonante—, que dentro de sus limitaciones logra transmitir tanto la fuerza como el dolor del único personaje que da algo de vidilla al asunto.
Muy poco que salvar en una producción que arrastra a tanta y tanta gente a las salas de cine, y que por ende debería de cuidar mucha más su aspecto fomal. Quizá los productores deberían de haber tomado ejemplo de la eficacia demostrada por otras sagas juveniles como `Harry Potter´, en la cual incluso la peor entrega es un pasatiempos efectivo. Pero aquí parece reinar las ganas de hacer dinero a toda costa, arriesgar lo menos posible y aprovecharse de unos infatigables fans que tragarán cualquier cosa que les echen. Por mi parte —siempre viéndolo desde la perspectiva de aficionado al cine— me he encontrado con la peor entrega de la saga junto a la primera dirigida por Catherine Hardwicke en 2008. Un entretenimiento muy mediocre que hace que tenga muy pocas ganas de darle una oportunidad a la supuestamente épica resolución final que veremos dentro de un año —y en 3D, para más inri—. Y es que como decía Danny Glover en `Arma Letal´: “ya soy demasiado viejo para esta mierda”.
5 comentarios:
Yo no sé qué tengo con estas películas que no les pongo casi ningún pero. Igual y es porque ya me leí los libros (de vez en cuando se necesita lectura de "chocolate") y sé a lo que me atengo. No me pareció la peor hasta ahora, ese lugar es de 'New Moon'. Tampoco es una película qué admirar, pero almenos a mí me gustó, aunque pudieron dar mucho más.
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A mí sin embargo `Luna Nueva´ me pareció que estaba bastante "bien" rodada, al menos en comparación con la primera, en la que se notan demasiado tanto las deficiencias presupuestarias como el poco talento de Catherine Hardwicke (que terminó por confirmar con `Caperucita Roja´). En ese sentido ésta me ha parecido un paso atrás.
Personalmente no tengo nada en contra de la saga "porque sí", cada cinta tiene sus más y sus menos, pero en general los noto productos descaradamente adolescentes y muy complacientes, que no explotan demasiado bien los materiales fantástico/románticos con los que juegan, además de que se nota una saga exageradamente larga para lo poco que cuenta (Bella, Edward y Jacob están TRES entregas que si sí, que si no...), algo que imagino es igual en los libros.
Lo dicho, los materiales no me desagradan, pero la manera en que se juegan con ellos me parece bastante aburrida y descafeinada. En lo que acercamientos recientes a la mitología del vampiro se refiere me quedo mucho antes con la serie `True Blood´ o `Déjame Entrar´.
Eso qué ni que... Las dos versiones de 'Let Me In' nada tienen que ver con esta saga. Y sí, tienes mucha razón en que son productos demasiado complacientes, pero pues con tales oleadas de fans, no le conviene a los productores quedarles mal
No van dirigidas al mismo tipo de público pero sí que tienen que ver. Tanto `True Blood´, `Déjame Entrar´ como `Crepúsculo´ hacen una reinterpretación moderna de la figura del vampiro, y tienen como eje central la complicada relación entre uno de estos seres y un humano. `Déjame Entrar´ lo convierte en un siniestro cuento de hadas, `True Blood´ e una cínica sátira social, mientras que esta saga lo reduce todo a un disfrute superficial, una representación del amor idílico que cualquier chica desearía tener.
A eso me refiero con complaciencia, no a que intenten satisfacer a los fans lo cual es normal, pero hacer una buena película tampoco está de más. En ese sentido ya la he comparado con la saga `Harry Potter´, que también va dirigida a un tipo de público de edad similar y tiene claros objetivos comerciales, pero cuyos productores han puesto siempre mucho cuidado en que se hicieran lo mejor posible, manteniendo un cierto nivel.
Bueno, eso es muy cierto
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