“¡No tienes ni idea de cuánta gente se ha sacrificado para que tú puedas vivir! ¡No para que vengas a aquí a vivir tu primer amor como un chico de verdad!-Henri (Timothy Olyphant)
Supongo que es ciertamente inevitable que cuando surge un fenómeno tan seguido, tan amado, tan odiado y tan superventas como lo es `La Saga Crepúsculo´ (ya sean los libros, las películas o los posters gigantes con la cara de Robert Pattinson), es inevitable que surjan más tarde o más temprano sus temidas imitaciones, reclamando su parte del pastel, por así decirlo. Uno de los que se han subido al carro de estos amoríos adolescentes entre seres de mundos opuestos es (irónicamente) nada menos que el macho men americano Michael Bay, meses antes del estreno de la “esperada” tercera entrega de `Transformers´. Él es el productor de esta cosa llamada `Soy el Número Cuatro´, basada en la novela de un tal Pittacus Lore y cuya única diferencia sustancial con `Crepúsculo´ es haber cambiado al vampiro por un extraterrestre rubio con los rasgos de Alex Pettyfer (`Alex Rider: Operación Stormbreaker´).
Aunque la verdad es que las referencias en la historia de la película dirigida por D.J. Caruso (`La Conspiración del Pánico´, `Disturbia´, `Vidas Ajenas´) remiten claramente a el universo de `Superman´, que ya existía décadas antes de que los vampiros brillantes de Stephenie Meyer vieran la luz (si se me permite el chiste fácil). Basta con echar un ojo a la sinopsis: un joven extraterrestre cuyo planeta ha sido destruido debe de huir con la ayuda de su protector Henri (Timothy Olyphant, de lejos lo mejor de la película) escapando de los malvados seres que lo destruyeron mientras intenta pasar desapercibido y parecer un adolescente normal. Pero claro, entre que el chico es muy amable y bondadoso, y está muy bueno, y tiene un cierto no sé qué misterioso, pues claro, al final la única chica del instituto que no es tonta y guapa al mismo tiempo (Dianna Agron) se acaba enamorando de él y bla, bla bla… ¿a que la historia os suena?
De hecho, más que a `Superman´, `Soy el Numero Cuatro´ se parece a su variante juvenil de instituto, la serie `Smallville´, al menos en sus comienzos (últimamente creo que ha variado bastante). Por eso no me sorprende al investigar la trayectoria de sus dos guionistas, Alfred Gough y Miles Millar, el encontrarme que precisamente ellos son los guionistas y principales creadores de dicha serie. Es entonces cuando todo parece tener sentido, y se entiende que `Soy el Número Cuatro´ no es más que una variante alargada y con mayor presupuesto de aquella propuesta, sin ni siquiera cambiar su aspecto televisivo (muy al contrario de las superproducciones actuales no está filmada en formato panorámico y tanto los efectos especiales como la puesta en escena dejan bastante que desear).
Aún así, y dándome cuenta de que esto no es más que un producto engañabobos diseñado para que adolescentes en celo babeen y al mismo tiempo llenar los ya abultados bolsillos del señor Bay (aunque me temo que el tiro le ha salido por la culata, dado su batacazo en taquilla), yo, soy más bien optimista, y siempre creo que hay algo dónde rascar incluso en los lugares más insospechados. Por eso creo que, si `Soy el Número Cuatro´ se hubiese hecho bien, con la honestidad que desprendían ciertas películas “Spilberianas” de los ochenta, que también eran para adolescentes pero no para retrasados mentales (he ahí la sustancial diferencia), podría haber salido una buena película de aventuras. Al menos un pasatiempos decente, y no un subproducto rancio como ante el que nos encontramos.
Y es que hay muy poco a lo que agarrarse en esta película, desde un protagonista diseñado para que las chicas de quince años suspiren, no para que sintamos ninguna empatía o identificación con él; hasta unos villanos que son directamente ridículos cuando deberían de imponer, pasando por una relación amorosa que se siente más como una acumulación de tópicos que otra cosa. Como decía antes, ni siquiera se han gastado lo suficiente como para que la película sea espectacular o visualmente digna de verse (¿para qué?, si ya nos deleitan la vista - a cada uno la suya - Pettyfer, Agron y Teresa Palmer). Sólo en el último cuarto de hora es cuando la acción se desata, y es entonces cuando asistimos a un tipo de escenas recargadas con efectos digitales mal utilizados (o sea: mal fusionados con las escenas rodadas previamente).
Aún así resulta, con mucho, la parte más salvable de toda la película, en la que se deja aparte tanta ñoñería y sentimentalismo, y la número seis (Teresa Palmer, la fotocopia rubia de Kristen Stewart) entra dando caña. Ahí se atisba un tipo de espectáculo que se acerca más a lo que uno puede esperar cuando entra al cine a ver una película de estas características, pero ya de nada sirve, porque llega tarde, rápido y mal. Ni siquiera la decente banda sonora del siempre eficiente Trevor Rabin consigue que nada de lo que ocurre emocione o nos importe un pimiento (SPOILER ni siquiera la muerte del simpático personaje de Henri FIN SPOILER).
En definitiva, un tipo de producto completamente prefabricado y construido para contentar las necesidades más banales de su público, al que ni siquiera parece haber satisfecho dado su poco éxito (ironías de la vida). Y es que puede que la jugada sea ya tan evidente que ni siquiera a ellos les engañan con este tipo de sucedáneos de `Crepúsculo´. Por supuesto en Hollywood no se darán por aludidos, y seguirán inundado la cartelera con decenas de productos similares en los próximos años, en lugar de construir uno, siquiera uno, que realmente merezca la pena, que emocione y que entretenga como dios manda.
2 comentarios:
Muy de acuerdo contigo. Es sólo un producto prefabricado por Hollywood, pero por alguna razón, a mi me ha gustado...bueno, no gustado, pero si me entretuvo.
Definitivamente, lo más rescatable de este filme son Teresa Palmer y Timothy Olyphant, del cual siempre es grato ver algún proyecto. +
Buen review! Saludos
Bueno, si es por entretener a mí me entretiene el mismo hecho de ir al cine, y MUY mala tiene que ser la película para que no me sirva siquiera para echar el rato. Pero me gusta diferenciar eso, matar el tiempo, de una película realmente entretenida, con la que te implicas, te emocionas o te diviertes porque está realmente bien hecha.
`Soy el Número Cuatro´ sirve para pasar el rato tanto como cualquier otra, pero no me parece un buen entretenimeinto.
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