lunes, 25 de octubre de 2010

`Déjame Entrar´, magnifico cuento de amistad y sangre



“Oskar, yo no soy una chica.”
-Eli
Tan acostumbrados como estamos a consumir cine Hollywoodiense, muchas  veces nos olvidamos que también se hace mucho cine fuera de sus fronteras. Sin salirnos de América nos podemos encontrar con buenos ejemplos de cineastas que se esfuerzan por ofrecer cosas interesantes, libres del yugo de los cabezas cuadradas de Hollywood. Pero también podemos irnos mucho más lejos para encontrar otras propuestas: películas extrañas e interesantes por igual, fruto de sensibilidades muy diferentes a las marcadas por los parámetros del cine comercial yanqui. Y es que no entiendo cómo la gente se queja tanto de que el cine es una mierda, o de que cada vez se hacen peores películas, cuando luego esa misma gente es la primera que va directa a consumir lo nuevo de Bruckheimer y pasan como de la mierda de cosas como esta maravillosa película sueca llamada `Déjame Entrar´ (`Låt den rätte komma in´, 2008).  
Que el título no engañe a nadie. `Déjame Entrar´ no es una película porno, sino una nueva relectura del mito del vampiro, y el título hace referencia precisamente a una de las leyendas que giran en torno a su figura: que no pueden entrar en una casa ajena si no es invitados por el dueño de ésta (de hecho, la traducción correcta del título original sería algo así como “deja entrar a la persona adecuada). Lo cierto es que la mitología del vampiro ha sido siempre fascinante, y ha dado mucho juego a lo largo de la historia del cine. Lamentablemente en los últimos años esa mitología ha sido prostituida en favor de un fenómeno de masas y de una nueva moda adolescente.

Renovando el mito del vampiro
`Déjame Entrar´ y `Crepúsculo´ se estrenaron el mismo año y ambas películas cuentan la difícil relación entre un humano y un vampiro. Pero mientras `Crepúsculo´ manipula ese contenido, dirigiéndolo vergonzosamente al público juvenil (vampiros que son engominados pijos que brillan al sol), la película dirigida por el sueco Thomas Alfredson es cine de autor: inteligente, arriesgado, elegantemente rodado (pese a sus escasos medios), y que intenta ofrecer un nuevo punto de vista sobre el tan manido mundo vampírico. Puede que `Déjame Entrar´ no haya sido un superéxito mundial como `Crepúsculo´, pero ha sido premiada en más de 25 festivales de cine (que se dice pronto) y es ya un indiscutible film de culto, bien conocido y admirado en determinados círculos. Así que creo que este es uno de esos casos en el que el éxito es relativo.

Tampoco me sorprende que las cosas sean así, la verdad. Soy bien consciente de que lo que mueve a las masas muy pocas veces está relacionado con la calidad. También tengo perfecta consciencia de que `Déjame Entrar´ es una película extraña, que no puede ser del gusto de todo el público. En parte porque precisamente estamos acostumbrados a otro tipo de cine, y probar cosas nuevas siempre es difícil. Pero además el cine sueco es particularmente muy frio en su forma, resultando más difícil conectar con él. No veo que esto tenga por qué ser un fallo, sencillamente tienen una sensibilidad distinta a la nuestra. Personalmente considero que esa cierta sequedad que tiene `Déjame Entrar´ va en beneficio de la película, reafirmando la extrañeza de una historia que está contada de forma pausada, consiguiendo una narración poética, casi hipnótica.

La historia nos sitúa en la Suecia de los años ochenta (cosa que no se dice en ningún momento, sólo se insinúa), en un paraje frio y desolador que parece apartado del resto del mundo. Es ahí donde nos encontramos a Oskar, un chico extraño y solitario, que vive con su madre divorciada y que sufre maltratos por parte de sus compañeros de clase. Una noche conoce a Eli, una niña que acaba de mudarse justo al apartamento de al lado. Entre los dos chicos surge una relación, que va creciendo más y más. Mientras tanto, una serie de brutales asesinatos inunda la tranquila población, manchando el nevado paisaje de sangre. Poco a poco Oskar irá descubriendo el oscuro secreto que envuelve a su extraña nueva vecina y su relación con esos horribles crímenes.

Entre el horror y la belleza
Es importante señalar que lo extraño del film (y lo que convierte a la película en algo tan especial) está en la fascinante forma de tratar y rodar la historia, y no en la temática en sí. `Déjame Entrar´ no ofrece realmente nada nuevo, pero, por su particular modo de acercarse a cosas ya vistas, es como si así fuera. De hecho la historia se podría describir como unas especie de `El Pequeño Vampiro´, sólo que con un tono más sombrío y realista. Ese gusto por el realismo a la hora de tratar el género fantástico, así como algunos rasgos de estilo, vendrían a recordarme un poco a mi adorado M. Night Shyamalan (en breve comentaré `Señales´). Claro que Shyamalan nunca ha rodado una película tan oscura y sórdida como esta, que llega a resultar incluso perversa en su modo de jugar con la inocencia y la infancia.


Me refiero sobre todo a la bella y extraña Eli (perfecta Lina Leandersson), condenada a cargar con su horrible maldición desde tiempos inmemoriales (cuan larga ha sido su existencia, así como el modo en que se convirtió en vampiro, queda para la imaginación del espectador). Vistiendo siempre de blanco, Eli resulta el perfecto contraste entre pureza y maldad. Lo fascinante del caso es que en realidad Eli odia matar, hasta tal punto que tienen que hacerle el trabajo sucio. Los crímenes que comete no son fruto de una personalidad malvada, sino de un instinto de supervivencia básico, y es fácil llegar a sentir pena por ella y su cruel condición.
Algo parecido pasa con Oskar (magnifico Kåre Hedebrant), que no juega a que apuñala gente y amenaza al aire porque sea realmente violento. Sencillamente las burlas y maltratos de sus compañeros de clase, así como la incomprensión y el desentendimiento por parte de sus padres (que permanecen siempre en un segundo plano), le llevan a ese estado de incomunicación y soledad. La película de Alfredson nos muestra un mundo cruel y frío, casi tanto como el invernal paraje en el que se desarrolla. Y Eli y Oskar no son más que dos seres puros que hacen lo que deben para sobrevivir en él.

Si la extraña relación entre estos dos personajes resulta tan fascinante es porque son como las dos caras de una moneda, tan diferentes y al mismo tiempo tan idénticos. Su amistad nace en parte de la necesidad, pues ambos son dos seres marginados por la sociedad a los que se les ha negado una infancia normal. Eli necesita de alguien con el que sobrellevar su maldición, un compañero de juegos por así decirlo, además de un cuidador. Para Oskar, Eli es la fuerza que le falta y que le ayuda a crecer (el modo en que hace frente a sus maltratadores tras hablar con ella). Pero no se trata solamente de una historia de amistad, `Déjame Entrar´ es una historia de amor bello y puro (en ningún momento infantil), entre estos dos solitarios personajes que se complementan. 

En cierto sentido, tampoco se puede negar lo enfermizo del amor que nace entre Eli y Oskar, que lleva a la primera a auto infringirse un horrible sufrimiento al entrar en casa de Oskar sin ser invitada, dejando su vida en manos del muchacho y confiando en que no la dejará morir (todo para recuperar su confianza). También es el amor lo que lleva a Oskar a convertirse en complice de un asesinato y a aceptar finalmente la misión que marcará el resto de su vida: fugarse con Eli para cuidar de ella. Habiendo visto cuál fue el fin de su antiguo cuidador esa acción debería de resultarnos cuanto menos cuestionable. Sin embargo no es así. Pese a todo lo sórdido que les rodea, la relación entre estos dos seres no deja de resultar en todo momento un encuentro realmente especial y mágico (aprende `Crepúsculo´), reafirmado por la increíble labor actoral de sus dos jóvenes protagonistas (de una química perfecta), que realizan trabajos memorables.

 
Conclusión
Entre medias de todo eso nos encontramos una de las mejores películas de género fantástico de la década, que no abusa de burdos artificios para lograr crear auténtico horror y tenebrosidad (como el de las escenas de los asesinatos que comete el cuidador de Eli o las que lleva a cabo ella misma). Thomas Alfredson dirige con gran elegancia, escogiendo los planos con sumo cuidado y consiguiendo un par de secuencias que ya son sencillamente míticas: la mujer estallando en llamas en la habitación del hospital o la masacre del final vista desde un solo plano fijo en el interior de la piscina. El inteligente guión de John Ajvide Lindqvist (autor también de la novela), la estupenda fotografía de Hoyte Van Hoytema (esa nieve tan brillante en plena noche, maravillosamente irreal) y la bellísima partitura de Johan Söderqvist acaban por redondear el esforzado trabajo de Alfredson (únicamente su segunda película como realizador).
`Déjame Entrar´ es sencillamente una película magistral, y una de mis favoritas de los últimos años. En mi opinión, la cinta dejó en ridículo al cine made in Hollywood de una manera increíble, consiguiendo una experiencia bella, emotiva, melancólica y entrañable al mismo tiempo que cruda, perturbadora, realista y brutal. Como no podía ser de otra manera los yanquis han perdido el culo en hacer su versión, estrenada recientemente y de la que hablaré en cuanto tenga un hueco.

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