`War Horse (Caballo de Batalla)´, la inocencia en tiempos de guerra

“Hay días grandes y días pequeños, Joey, y hoy es un gran día.” 

-Albert (Jeremy Irvine)

Uno no puede más que pensar en lo mal que debe de estar la sensibilidad y el estado de ánimo de la gente al ver algunas reacciones hacía `War Horse´ (Caballo de Batalla), recibida ya desde que se anunció el proyecto hace dos años con bastante recelo y cinismo, aún proviniendo de un realizador tan reputado y consagrado como es el cada vez más minusvalorado Steven Spielberg —o quizá en parte por ello—. Sólo se me ocurre que en esta época de crisis y escepticismo la gente está muchísimo menos dispuesta a soñar, dejarse llevar y disfrutar de una historia sobre la amistad entre un joven —debutante Jeremy Irvine, cuyo rostro y actuación recuerdan mucho más a los de jovenzuelos de la edad dorada de Hollywood que a la de actores juveniles actuales— y un caballo separados por la guerra, que sirve de metáfora para reivindicar la inocencia y la pureza en un tiempo de oscuridad y muerte. Una propuesta muchos dirán que anticuada hoy en día, en el que son necesarias miradas más actuales y “realistas” de la guerra —comentarios irónicos en la mismo año en que se ha aplaudido un film tan “retro” como `The Artist´—, pero que a mí se me revela como una película totalmente valiente y arriesgada, nacida en una época en la que, evidentemente, está condenada a ser menospreciada.

Y es que es muy fácil atacar `War Horse´. Todos sus “defectos” —en el sentido en el que el sentimentalismo y la honestidad a la hora de no rehuir el evidente infantilismo de la propuesta se puedan considerar defectos— están a flor de piel, bien visibles y apreciables para cualquiera que se siente en la butaca con las uñas afiladas, con cara de estar pensando “Spielberg, no intentes jugar con  mis sentimientos o te reviento”… Por el contrario hace falta algo más que ir de listillo y de tipo duro —me gustaría saber cuántos de los que atacan `War Horse´ hoy en día no derramaron lagrimones en su infancia con `E.T.´ (id, 1982)— y quizá tener más memoria cinéfila para apreciar las increíbles cualidades de esta historia de sabor clásico, repleta de un tipo de magia cinematográfica de otra época, en el que la sombra de John Ford planea orgullosa por algunos de los pasajes —la primera mitad del film trascurre en un lugar que bien podría ser la aldea de `El Hombre Tranquilo´ (1952), y la parte bélica remite algo a películas como `Río Grande´ (1950)—, mientras que el espíritu de las primeras películas Disney de carne y hueso —véase `Un Viaje Increíble´ (1963)— resuena con fuerza en cada una de las microhistorias que pueblan el viaje del caballo Joey.

Y sobre estos cimientos más que sólidos son sobre los que el inteligente Spielberg construye su relato, que se sostiene con perfecta solidez a pesar de no ser más que una fabula infantil al fin y al cabo —no entiendo a los que critican la cinta como si esto fuera un `Salvar al Soldado Ryan´ (1998) con un caballo y un chaval que estorban por en medio, cuando evidentemente no lo es—, lleno eso sí de sabores amargos muy bien diluidos. Y es que la sutileza demostrada por el director a la hora de tratar los aspectos más sombríos de la historia es encomiable —esa violencia en off que hace que las cosas que ocurren resulten irónicamente incluso más impactantes, pues quedan en manos de nuestra imaginación—, toda una lección de maneras de narrar con la imagen —ahí está esa magnífica secuencia en la que por medio de un proyectil Spielberg une a Albert con Joe, situados en bandos contrarios—, y una pequeña patada en el culo a todos aquellos que le acusan de manipulador o de lacrimógeno, como si este hombre se dedicara a realizar chapuceros dramones de mediatarde y no se conociera las reglas y trucos del arte cinematográfico al dedillo. `War Horse´ está llena de una tristeza deliciosa, que huye del efectismo barato y que deja poso una vez se sale del cine.

Reflexionando un poco, creo que nos hemos acostumbrado tanto a cosas como la violencia explicita y al estilo falso documental como máximos representantes de veracidad, que supongo que resulta hasta cierto punto lógico que a cierta gente el cine de alguien que apuesta por maneras e historias de antaño le parezca impostado o poco natural, pero me es imposible compartir este punto de vista. En primer lugar por la talentosa manera de llevarlo a cabo —formalmente es una película impecable— y en segundo lugar por lo difícil de la propuesta en sí, acercándose a una época oscura de nuestra historia no en busca de furia, horror o violencia, sino de algo mucho más difícil de encontrar: en busca de amor, de bondad y de decencia, que también pueden formar parte del ser humano —los dos soldados de diferentes bandos colaborando amistosamente para salvar al caballo herido—, a pesar de que esa búsqueda de esperanza muchas veces se vea truncada por el dolor y la tristeza SPOILER —el fusilamiento de los dos jóvenes hermanos alemanes, o la soledad final de un anciano al que la guerra le ha quitado todo lo que tenía…—, y que finalmente tiene su triunfo en el regreso del joven al hogar, con heridas que no se borrarán jamás pero habiendo conseguido salvar la mejor parte de sí mismo —su amigo de la infancia con el que creció y se hizo un hombre (la secuencia en la que labran el campo), el recuerdo de la inocencia perdida por así decirlo…—FIN SPOILER.

Así pues, la odisea que supone `War Horse´ se mece magistralmente entre esos sabores dulces y amargos, mientras Spielberg demuestra —una vez más— que es uno de los mejores cuenta cuentos que jamás hayan existido, capaz de impregnar de belleza desde el minuto uno cada plano de un film rico en la forma —la impresionante fotografía de Janusz Kaminski y la maravillosa música de John Williams ayudan mucho—, pero en el fondo mucho más humilde y sencillo de lo que parece, entregado por completo a esos pequeños relatos que acaban formando un todo —con lo que actores como Emily Watson, Peter Mullan, Tom Hiddleston, Benedict Cumberbatch, David Thewlis, David Kross o Niels Arestrup tienen muy poco espacio para lucirse, aunque todos ellos están más que correctos—. Por supuesto no se comerá un rosco en las ceremonias de premios y muchos saldrán de la saldrán del cine con cara de timados, pero lo que es a mí me parece una pequeña joya venida de otro tiempo y a la vez completamente atemporal, llena de una belleza inmensa y un orgulloso sentimentalismo.

Por mi parte sólo me queda decir: ¡larga vida a Steven Spielberg!