“A veces lo que necesitamos es veinte segundos de coraje irracional, literalmente veinte segundos de tener valentía aunque te avergüence, y te prometo que el resultado es algo magnífico.”-Benjamin Mee (Matt Damon)
No tenía pensado ir a ver `Un Lugar para Soñar´ (We Bought a Zoo, Cameron Crowe, 2011) sinceramente, pues, a pesar de tener un reparto que en sí me llamaría fácilmente la atención en otras ocasiones lo suficiente para acercarme a ver una película (Matt Damon, Scarlett Johansson, Thomas Haden Church) la temática en sí y el aroma a producto ligero y dulzón que desprendía me echaban para atrás de mala manera —tanto el soleado cartel como el acaramelado tráiler son buena prueba de lo que hablo—. Pero como intento no ser como la mayoría de personas, esas que menosprecian sin ver y se guían por sus prejuicios, procuro no cerrarme tontamente puertas y finalmente acabé dándole una oportunidad al film dirigido por el normalmente bastante mediocre Cameron Crowe. Y ciertamente no es nada del otro mundo, pero tampoco es un producto aborrecible.
Básicamente el mayor problema está en Crowe, que me parece un realizador bastante blando que nunca me ha terminado de convencer. Incluso su film más famoso y elogiado, `Jerry Maguire´ (id, 1996, en la Tom Cruise pedía un Oscar a gritos), me parece una cinta entretenida y poco más, mientras que, exceptuando la estupenda `Casi Famosos´ (Almost Famous, 2000, sin duda su mejor película), sus posteriores trabajos como la horrible `Vanilla Sky´ (2001, innecesario remake americano del interesante film de Amenábar `Abre los Ojos´) o la aburrida `Elizabethtown´ (id, 2005) me parecen bastante peores, productos sin chicha que tienden encima a despedir un tufillo de relato de autoayuda bastante intragable. `Un Lugar para Soñar´ también despide ese aroma, narrándonos como nos narra la historia verídica —ejem— de un hombre que tras perder a su mujer se trasladó a vivir con sus hijos a un zoo arruinado y lo sacó adelante contra todo pronóstico. Sorprendentemente la cosa se deja ver e incluso resulta agradable por momentos.
Básicamente lo que hace que la película funcione son más que nada los actores, especialmente ese inmenso interprete, muy poco valorado en mi opinión, que es Matt Damon. El tío, que encima no para de trabajar, se mete con una facilidad total en la piel de un padre de familia de buen corazón pero en horas bajas, que hace lo posible para que su hija (Maggie Elizabeth Jones) siga disfrutando con ilusión de la vida, mientras lucha con frustración contra la actitud alicaída de su hijo (Colin Ford) que parece no ser feliz pese a sus esfuerzos y con el que va perdiendo poco a poco conexión. Y es que no creo que a Damon, que es también padre hace relativamente poco, haya tenido problemas para interpretar este papel de progenitor bonachón y viudo que peca sobre todo de ser demasiado perfecto, pero al que interpreta con solemnidad y convicción pese a lo tópico y superficial de su personaje. A su lado Thomas Haden Church está bastante desperdiciado —como de costumbre— como el simpático hermano “cabezaloca” que le anima a que rehaga su vida, mientras que Scarlett Johansson será la atractiva mujer que aparecerá en su vida dándole esa oportunidad.
Como digo, el mayor problema de la película es en realidad que todo es demasiado bonito y perfecto, tanto que es difícil creer que esas personas y lo que les sucede sean algo real y no una absurda fantasía de anuncio de compresas, como de hecho la excesiva banda sonora de Jónsi y la colorida fotografía de Rodrigo Prieto hacen pensar. Tanto el padre de familia, como los hijos —pese a la aparente mala actitud del joven— e incluso las personas que les reciben cuando se trasladan a vivir a la casa/zoo —si a Damon le espera Johanson, el malhumorado hijo tiene por su parte a una siempre sonriente y preciosa Elle Fanning (la chica de `Super 8´) que lo aguanta lo inaguantable—, son gente de muy buen corazón que actúan de la mejor manera posible para salir adelante pese a las adversidades, haciendo ver al espectador que la vida es algo precioso que vale la pena y que merece la pena luchar pese a las adversidades —como en la cita que pongo arriba, una de las muchas grandilocuentes frases que pueblan un guión repleto de tópicos—.
Sí que hay, en lo positivo, un cierto intento por crear drama y conflicto emocional entre el padre y el hijo fruto de la dolorosa pérdida de la madre, pero se resuelve sin inconveniente justo nada más estallar, porque sí, como todos los problemas que se plantean en la cinta que son resueltos con tramposa facilidad, en realidad como por arte de magia —ese dinero llovido del cielo que aparece en el momento más oportuno—, siendo la única excepción la pérdida de un tigre enfermo que sirve como una pobre metáfora de que hay cosas contra las que no podemos luchar por más que queramos. Una pequeña espina en mitad de un jardín de rosas demasiado bonito, dando la sensación de que efectivamente nos encontramos ante una película muy, muy blandita y autocomplaciente, fruto de la típica sosería del director.
Sin embargo, y sinceramente ni yo entiendo muy bien el por qué —quizá por la buena labor de los actores o simplemente por verla con las expectativas justas—, la colección de tópicos con la que está construida me resultó pese a todo simpática y la película se hace entretenida pese a las dos horas y pico de duración, incluso dejando por el camino un par de momentos que incluso pueden llegar a tocarte la fibra sensible —Benjamin examinando las fotos de su mujer fallecida, o la escena final en la que explica a sus hijo el modo en que la conoció, en ambos casos todo gracias a Damon—. Y es que las razones por las que el cerebro decide o no conectar el chip de la suspensión de incredulidad y dejarse llevar son un misterio, aceptando como válidos tópicos y salidas fáciles que normalmente no te tragarías. Sólo sé que `Un Lugar para Soñar´ me parece una película aceptable, ligera y dulzona, que se ve con agrado y luego se olvida.
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