martes, 16 de agosto de 2011

`13 Asesinos´, espectacular relato de sangre y honor



“En la batalla no hay código samurái. ¿No tienes espada? Usa un palo o una piedra. Si no tienes piedra, usa los puños y los pies. Entrega tu vida, pero haz que el enemigo lo page…”
-Shinzaemon Shimada (Kôji Yakusho)
Es un verdadero escándalo, por no decir otra cosa más malsonante, que mientras que películas que no valen un pimiento han inundado nuestras carteleras este verano (ejemplos como `Transformers 3´, `Green Lantern´, `Templario´, `La Boda de mi Mejor Amiga´ o `Bad Teacher´ dan buena fe de ello), un producto a primera vista tan interesante y potente como `13 Asesinos´ (13 Assassins, Takeshi Miike, 2010) haya tenido una distribución tan rastrera y cobarde, limitándose su presencia a un par de cines en TODA España, con lo que un servidor no ha tenido oportunidad de ir a verla en pantalla grande (cosa que me hubiera encantado) y ha tenido que recurrir a “métodos ilegítimos” para disfrutar de su visionado. La indignación no puede más que ir en aumento cuando una se da cuenta de que el susodicho film (alabado en el pasado festival de Sitges, algo que nuestros queridos distribuidores no han querido o no han sabido vender) es una gran película, probablemente una de las mejores “estrenadas” este año.
En `13 Asesinos´, remake de una película japonesa de 1963 `Los 13 Asesinos´ dirigida por Eiichi Kudo (que no he visto, pero me la apunto), el inclasificable Takeshi Miike (suyas son bizarradas indescriptibles como `Ichi The Killer´) nos sumerge en un relato con la siempre fascinante figura del samurái como eje central, ofreciendo una película sobre el honor y el deber en tiempos oscuros en la que se nos narra cómo un grupo de samuráis liderado por el veterano Shinzaemon Shimada (estupendo Kôji Yakusho) decide revelarse contra su violento y sanguinario amo Lord Naritsugu (Gorô Inagaki), cuyos horribles actos amenazan la paz del reino. Así pues, estos samuráis se ven obligados a romper su juramento, convirtiéndose así en asesinos y planean el asesinato de aquel al que deben lealtad en pos de un bien mayor, viéndose obligados a enfrentarse a sus propios hermanos. Una historia de gran potencia y atractivo épico a la que Mikke logra sacarle todo el partido.


Tras una primera parte algo densa en la que el director se toma su tiempo para presentarnos la historia (los horribles crímenes de Naritsugu) y a los personajes principales (el entrenamiento de los samuráis), la película entra en materia y se emprende así el viaje de los samuráis. A partir de ahí la cinta es una auténtica y verdadera gozada, un entretenimiento de primera que tiene de todo (humor, aventura, violencia, espectacularidad) y que confluye en una larga e intensa batalla final (aprende Michael Bay) que sabe aunar de una manera un  tanto delicada cierto nivel de exageración sin perder por ello una forma mínimamente realista. En otras palabras, que Miike no filma un documental sobre samuráis pero tampoco cae en la moda `Matrix´. Su película narra un hecho que podría haber pasado en el Japón feudal pero no está interesada en ser un relato histórico, sino una fábula sobre el deber, el honor y la muerte.
La película está sostenida sobre esas ideas y a base de cosas como la relación de compañerismo entre el grupo de samuráis rebelde, o en la rivalidad entre Shinzaemon y el inflexible jefe de la comitiva que escolta a Naritsugu, Hambei (Masachika Ichimura), que es el que ofrece el verdadero contrapunto de interés a la ofensiva de los samuráis más allá del indiscutible villano que representa Naritsugu, un ser que es cruel porque es infantil y está completamente alejado de la realidad (SPOILER ver el magnífico final en el que él mismo se enfrenta a su propia muerte mostrando su patetismo y lo irreal que se le antoja todo FIN SPOILER). Hambei, sin embargo, es un hombre que, al igual que Shinzaemon, ha sido inculcado con ideas de honor y lealtad, y que cree firmemente que hace lo que tiene que hacer. He ahí la cuestión por la que su enfrentamiento resulta de lo más atractivo, y si voy más lejos por qué la figura del samurái resulta tan atractiva.

Las espadas se blanden con la misma fiereza que los ideales en esta película, y las muertes se producen con una violencia y una dignidad palpables. Así, al terminar de ver la película uno no sólo tiene la sensación de habérselo pasado bien o haber estado entretenido, sino que también tiene la sensación de haber aprendido algo, de que se le ha contado algo de valor, y eso es algo que pocos, muy pocos entretenimientos consiguen. Por eso yo no puedo más que aplaudir a Miike y avergonzarme de que una película así no haya tenido la atención que se merecía, al tiempo que la recomiendo encarecidamente, sobre todo al buen amante de este tipo de sangrientas historias de samuráis. 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Así como la pones, sin duda suena a una película que TENGO QUE VER. Ni siquiera estaba consciente de su existencia. Ojalá algún valiente se atreva a distribuirla aquí en México (almenos en su formato casero...qué otra opción?) Me la has antojado :)

Saludos

www.rlnmovies.blogspot.com

Alain Rodriguez dijo...

Jajaja, pues nada encantado de haberte descubierto algo que no conocías (de algo tenía que servir internet XD). Ya me contarás qué tal si puedes verla ;)