“`Conciencia´ es sólo una manera educada de decir `cobardía´. Ningún hombre civilizado lamenta un placer.”
-Lord Henry Wotton
El mundo del cine está de capa caída. Seguramente por consecuencia directa del mundial de futbol (soy al único al que este deporte se la trae floja, ¿verdad?) la cartelera está siendo inundada por una serie de basuras (para muestra, un botón: `Campamento Flipy´, `Marmaduke´ y `Sexo en Nueva York 2´) con las que parecen buscar que la gente huya de las salas de cine y se quede en sus acogedores hogares viendo la televisión. Claro que conmigo, cinéfilo empedernido, estas técnicas no dan resultado, y siempre encuentro algo rescatable incluso en los peores momentos. `El Retrato de Dorian Gray´ fue esa “cosa” que decidí rescatar.
La película está basada (off course) en la famosa novela escrita por el británico-irlandés Oscar Wilde. No quiero dármelas de crítico literario (a duras penas consigo dármelas de crítico de cine) pero el libro de Wilde me parece un material estupendo, aunque (para mi gusto) este hombre tienda un poco a irse por las ramas y a dar demasiadas vueltas sobre la misma idea, nadie puede negar la pasión con la que está escrita la novela, ni su interesantísimo contenido. ¿La historia? De sobra conocida: un joven muchacho llamado Dorian Gray vende su alma al demonio a cambio de que su retrato sea el que sufra el paso del tiempo, la vejez y las huellas de todos sus vicios mientras que él permanece inalterable y perfecto. Parecía un buen punto de partida para una buena película (otra, que ya van trece sobre el personaje), pero una cosa es literatura y otra cosa es cine...
Desde el primer momento uno se da cuenta de que la película de Oliver Parker (que ya había adaptado a Wilde en otras dos ocasiones) parece pretender modernizar el relato original (como si hiciera falta modernizar algo tan atemporal...). Eso se nota sobre todo en la estética, a medio camino entre en toque fantástico de Burton y una recreación realista de la época victoriana, y que no consigue ser ni lo uno ni lo otro. El trabajo de Parker se intuye en general demasiado efectista (los recuerdos y sueños del protagonista al comienzo, innecesarios y bastante cutres), con un estilo de videoclip que para nada consigue el tono apropiado del relato.
No sé si el señor Parker no ha entendido muy bien el tipo de material con el que trabajaba o es que lo ha querido transformar en otra cosa, una especie de cuento de fantasmas con reminiscencias de `Drácula´ y `Frankenstein´. El caso es que la película intenta trazar un camino diferente al del libro (sólo la primera mitad se le parece), pero no consigue hacer algo que tenga un interés independiente a éste, pues lo más destacable de la película no son más que los aciertos de la novela de Wilde, que permanecen intactos no gracias a Parker, sino a pesar de él.
Ya la elección de Ben Barnes (cuyo único papel conocido en el cine es el de el príncipe Caspian en la segunda parte de `Las Crónicas de Narnia´) daba a entender que lo que se buscaba era un enfoque más “para adolescentes” (que son realmente los que llenan las salas de cine). No considero que Barnes lo haga mal (de hecho, la evolución que sufre su personaje en los años en los que está fuera de Londres está bien llevada), pero eso no quita que lo hayan escogido por su “cara bonita” (belleza andrógina) con la esperanza de atraer a algunas de las fans de Pattinson y Lautner (por cierto, hoy se estrena `Eclipse´).
Por supuesto la película de Parker no llega a ser un producto tan “vergonzosamente juvenil” como las dos entregas de `Crepúsculo´ (ni resulta tan ñoño), pero sí que intenta intensificar sus partes fantásticas y eróticas con vistas a atraer a un tipo de público más joven. Todo lo relacionado con el cuadro, como los gusanos que le salen, o los sonidos que emite son cosas que sobran, pues el verdadero terror que reside en él es el de reflejar el alma de un hombre malogrado. ¿Cómo unos simples aullidos van a ser más terroríficos que eso? Por otro lado, los “pecados” de Gray (por los que el libro pasa con pies de plomo) son aquí fruto de bastantes escenas algo subidas de tono, que en general no aportan nada (aunque me quito el sombrero por atreverse con un morreo entre Dorian y otro hombre, atrevimiento que también se queda en nada).
Ya he mencionado que en su segunda mitad la película intenta ofrecer algo de cosecha propia, desmarcándose del camino trazado por la novela, pero en general me sigue pareciendo que el complejo relato de Wilde ha sido convertido en una historia bastante más lineal y superficial. Se intentan provocar escenas "vistosas” como en la que Dorian escapa de un agresor refugiándose en el metro (ridícula la forma en la que es arrollado por un tren que aparece de la nada) o el pirotécnico desenlace final. Son escenas que seguramente entran dentro de lo que muchos consideran más “llamativo” o incluso “espectacular”, pero que realmente no llevan a ninguna parte.
Colin Firth y su lord Henry son sin duda lo mejor de la película, y con él están relacionadas algunas de las variaciones que sí me convencen con respecto al libro. Primero: me parece bastante interesante que sea lord Henry el que provoque directamente la ruptura de Dorian con Sibila Vane (su primer amor) y que decida así el fatal destino del muchacho, aunque él crea que está obrando por su bien. Y aun más interesante me parece el llamativo cambio que se da en este personaje años después, cuando la paternidad le ha transformado e intenta proteger a su joven hija (personaje inexistente en la novela) de los encantos de Gray. De hecho, hay algo de irónico en que sea Henry el que decida el destino final de Dorian, pues éste no es más que su creación. Como el mismo Dorian le echa en cara: él simplemente se ha dedicado a vivir la vida que Henry predicaba y que nunca se atrevió a practicar. Esto nos puede llevar a la conclusión de que lord Henry no es más que un hipócrita, pero yo veo aquí un discurso sobre cómo el tiempo nos cambia invariablemente, y que así debe ser, pues lo contrario sería estancarse de forma antinatural (lo que le pasa a Dorian). Como digo es una variación que sí me gusta, aunque siga prefiriendo el final de la novela (en el que es el mismo Dorian quien decide su suerte).
En conclusión, `Dorian Gray´ (2009) no es una película abominable ni completamente desechable. La salvan la estupenda caracterización de Firth y el jugoso contenido de la novela de Wilde (realmente conozco a más de uno que vendería su alma por permanecer siempre joven y pasarse todo la vida de juerga, deseos ante los cuales un servidor no puede más que partirse de risa). Así pues, acompañada de un buen tarro de palomitas (por supuesto me estoy refiriendo al tamaño “gigante”) y un vaso de coca-cola bien fresquito la película es perfectamente digerible y sirve para pasar el rato, que es lo mínimo que se le debe exigir. El problema es que el máximo que se le podría exigir a esta historia es también mucho mayor que el simple cuento de fantasmas que nos ofrece Oliver Parker, un director al que le falta bastante garra.