martes, 12 de julio de 2011

`Cars 2´, el pequeño bache de unos genios



Finn McMissile: “Permíteme que me presente. Finn McMissile, inteligencia británica.”
Mater: “Tow Mater, inteligencia del montón.”
A diferencia de `Kung Fu Panda´ (2008), que es considerada uno de los films más logrados de la factoría Dreamworks y que también ha conocido una entretenida secuela estrenada este mismo verano, `Cars´ (John Lasseter, 2006) no es precisamente uno de los títulos mejor valorados de la laureada compañía Pixar, que cada vez suma más reconocimientos y aplausos, especialmente por sus últimos títulos y concretamente por esa maravilla llamada `Toy Story 3´ (en mi opinión la mejor película del año pasado y muy probablemente lo mejor que ha parido la compañía, que ya es decir). Por eso resulta extraño que una vez cerrada de manera magistral su famosa trilogía apostaran por una secuela de este título, incluso dando la sensación de que se trata más de un capricho de John Lasseter, fundador de la compañía y director de la película original de los coches, que vuelve a dirigir este secuela en colaboración con Brad Lewis.
Y pocos dudan ya de que se trata de uno de sus trabajos menos inspirados, probablemente lo peor que han hecho nunca, aunque siendo justos el que se haya estrenado justo después de `Toy Story 3´ probablemente haya contribuido a realzar sus defectos en muchos sentidos. Porque `Cars 2´ no es tampoco un entretenimiento despreciable, la verdad, es un interesante homenaje al cine de acción y espías al más puro estilo James Bond, aplicado al universo poblado de vehículos y transportes parlantes (seamos sinceros: uno de los menos ingeniosos creados por la compañía, `Bichos´ incluido), que hasta cierto punto llega a tener su gracia, pero limitado por una historia que poco tiene de la magia y el encanto que suelen desprender las películas de estos señores.
Probablemente el inicio sea lo más memorable del conjunto, con la presentación del nuevo personaje de turno, Finn McMissile (voz de Michale Caine), al que vemos colándose en un barco petrolero en busca de información. Este momento desprende una energía y unas ganas de homenajear el buen cine de acción y espías que se hace contagiosa, ya sea por la deliciosa planificación visual (a Pixar ya nadie les puede negar el talento técnico y artístico) o por la emocionante música de Michael Giacchino. El caso es que la película engancha, para soltarte unos minutos más tarde, y no te vuelve a atrapar por entero nunca más. A ratos se hace más distraída (como digo la acción visual es una delicia), pero otros llega incluso a aburrir. Y me cuesta escribir estas palabras.
El problema de la cinta para mí está muy claro, y es algo en lo que creo que hemos coincidido casi todos sus detractores: el personaje de Tow Mater, que en pequeñas dosis puede llegar a resultar incluso simpático (como en la primera entrega, aunque yo en esa ya lo aguantaba lo justo), pero que en sobredosis llega a resultar cargante a más no poder (al igual que Jar Jar Binks en `La Amenaza Fantasma´). Es delirante que a la hora de plantear esta secuela Lasseter y compañía hayan decidido cargar el peso de la película sobre los hombros (o las ruedas) del personaje secundario cómico, dejando a Rayo McQueen (cuya evolución de estrella engreída a la madurez sí que funcionaba como hilo argumental principal de la primera entrega) en un segundo plano. Es como si en la tercera entrega de `Toy Story´, Rex y el Sr. Patata hubieran sido más protagonistas que Buddy y Bush. Sencillamente no tiene sentido. 

Claro que tiene su lógica dada la historia que quieren contar esta vez, reivindicando por así decirlo la chatarra, los seres poco glamurosos, los segundones olvidados, los que no han tenido suerte en la vida, y de hecho me parece muy inteligente que los villanos actúen movidos por estos motivos: victimas de sus propias frustraciones. Pero una cosa es que en el planteamiento la cosa me parezca bien y otra cosa es que funcione. Y no funciona porque más que sentir pena por Mater, la sentimos por nosotros mismos por tener que aguantar sus estupideces. Tampoco lo veo mayor sentido a la supuesta polémica levantada por algunos medios que tachaban la película de propaganda ecologista por tener como villanos a magnates del petróleo. La verdad es que bien pensada la cosa tiene su gracia, y si alguien quiere ofenderse pues que se ofenda (por algo será…).
Lo que no hay duda es de que Pixar sigue ofreciendo un auténtico despliegue visual e ingenio a la hora de construir sus películas, lo cual hace que incluso una experiencia emocionalmente tan irregular como `Cars 2´ suponga un entretenimiento máximo, en realidad no muy diferente al que ofrecen de media otras distribuidoras como la Dreamworks o la Fox, pero decepcionante por venir de gente capaz de hacer volar la imaginación, poner el bello de punta y entusiasmar. En otras palabras, gente que es capaz de mucho más y que aquí se dedican a un juego demasiado fácil para ellos, compuesto de chistes fáciles y persecuciones sin freno (sí, ya van un par de chiste fáciles por mi parte también, pero yo soy mediocre, tengo excusa).


Creo por tanto que la decepción general es lícita, si bien no veo justo crucificar a unos señores que tampoco nos han escupido a la cara como sí lo hacen otros, sino simplemente han realizado un producto, aún con toda su buena profesionalidad y buenas intenciones, muy por debajo de su media. Una media por otra parte difícil de mantener (no es tan fácil hacer obras maestras y películas magistrales todos los años, y la prueba es que hay gente metida en esto que no lo consigue nunca). ¿Que `Cars 2´ no ha cumplido las expectativas? Bueno, pues habrá que esperar a ver `Brave´, que tiene una pinta buenísima.

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