`Saw VII 3D´, desganado desenlace

“¿Tienes lo que hay que tener para sobrevivir?”

-Jisaw / John Kramer (Tobin Bell)

Si la pregunta realizada por Jisaw, directamente salida de los labios de Tobin Bell (carismático actor que me sorprende que no hayan empezado a fichar de villano en otras películas) fuese dirigida a mí y estuviese referida a saber si tengo lo que hay que tener para sobrevivir al visionado de toda la saga `Saw´ (2004-2010), sus siete películas, que suman un total de unos 680 minutos (aproximadamente) de mutilaciones, sangre y vísceras; si esa fuese la pregunta respondería que sí: tengo lo que hay que tener y he sobrevivido. No sé si la experiencia ha sido realmente necesaria o instructiva en algún sentido (si alguna vez me vuelvo psicópata puede que me sirva de algo, oyes). Quizá, como los didácticos juegos del señor Kramer hacen ver a sus víctimas, me haya valido para apreciar mejor mi vida, o más bien mi tiempo, y para dejar de una vez de ver cine de este tipo y centrarme en algo más artístico y relevante (ese tipo de cine que purifica el alma…).

En fin, ¿a quién quiero engañar? Por mucho que la saga haya ido perdiendo calidad a pasos agigantados yo he seguido viéndolas (aunque me descolgué en la quinta y me he tenido que poner al día recientemente con la sexta para ver este “esperado” desenlace) y aunque una vez acabada la saga me sienta bastante timado (de hecho completamente timado) seguiré viendo todo tipo de subproductos como el que nos ocupa. Porque yo soy así, porque no aprendo, porque me gusta sentarme en una butaca de cine esperando lo mejor, aunque finalmente rara veces lo encuentre y tenga que salir del cine con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, realmente entristecido por las poquísimas películas que alimentan como es debido mi devota afición.

Así las cosas, no es extraño que haya gente que se aproveche de tal predisposición a que le timen, y eso es lo que han hecho los productores de la saga `Saw´, estirando hasta la saciedad un chicle que ya había perdido bastante su sabor a partir de la tercera entrega, pero adquiriendo en esta supuesta “jugada final” unas dimensiones vergonzosas. Y es que esta (supuestamente) última película se nota completamente desganada, con intención de cerrar como sea todas las tramas y subtramas que quedaban por resolver, sin un ápice de originalidad o de ganas de crear una continuidad entre ella y la primera entrega, de dar en definitiva coherencia a una saga que ellos aseguraban (ejem) tener planeada desde un primer momento (cuando queráis podéis echar a reír, que dicen que es sano).

Algo de esa intención sí que podía verse en la primera escena de la película, en la que recuperan una situación acontecida en el primer film (de lejos el mejor, una película muy buena desmerecida por todo lo que ha venido a continuación) y a uno de sus personajes (el doctor interpretado por un cada vez más obeso e irreconocible Cary Elwes). En ese momento uno piensa: vale, pues sí que tendrán algo planeado, o por lo menos se lo abran sacado de la manga con vistas a “unificar” la saga. La secuencia que viene a continuación no hace más que aumentar las expectativas, pues vemos algo no acontecido hasta el momento: un juego planteado en mitad de un escenario completamente público, sintiéndose la figura del fallecido Jisaw aún más poderosa si cabe, pues ya es capaz de matar a alguien no sólo desde ultratumba (gracias a sus fieles seguidores), sino ante la pasividad de un público horrorizado y al mismo tiempo seducido por esa violencia (ver el modo en que lo graban con el móvil, seguramente para después subirlo a internet, un tipo de interés enfermizo por la violencia en el que la saga nunca se ha atrevido a ahondar, sino que más bien se ha dedicado a explotar).

A partir de ahí, y a pesar de no haber ofrecido nada del otro mundo (como mucho un aperitivo de lo que algo mejor), la película se desinfla de una manera asombrosa y se divide (muy equivocadamente en mi opinión) en dos tramas: la policiaca y un nuevo laberinto de pruebas con un nuevo conejillo de indias, lo mismo que ha sido esta saga desde la tercera entrega. He ahí la gran originalidad de los guionistas, que ni siquiera se esfuerzan en crear ya pruebas realmente ingeniosas, y del director, que tampoco anda muy esforzado fingiendo que las muertes realmente le importan, pues todos sabemos para lo que hemos ido al cine, y en este caso mucho más siendo en 3D: a ver carnaza, sangre y desmembramientos varios. Si el cine está hecho para satisfacer unas necesidades básicas del espectador (como muchos defienden), en este caso la de ver sangre y vísceras, supongo que podría decirse que `Saw 7´ cumple su función. Yo por el contrario pienso que el cine está hecho para ser cine, o sea: para utilizar correctamente el lenguaje cinematográfico (algo que puede hacerse hasta en un género tan desmerecido como el gore).

Y poco de eso hay aquí o en la saga `Saw´ en su 70%. En sus dos primeras entregas sí que había interés por lo narrado, que en la tercera se perdía. Algo se recuperaba en la cuarta (la subtrama en la que se explica las motivaciones de Kramer me gusta), pero la quinta ya era completamente anecdótica, ni siquiera disimulaba su identidad de episodio, avanzando lo justo y dejando el final en el aire, como mandan los cánones televisivos (lo cual me lleva a plantearme si no hubiese sido mejor convertir la saga en miniserie de TV a partir de la tercera, sin insultar así a los que exigimos unos mínimos cuando pagamos una entrada de cine). La sexta mejoraba ampliamente, siendo seguramente la mejor desde la segunda por dos razones: un mayor protagonismo e interés en el discurso del personaje de Kramer (el verdadero valor de toda la saga, pues aunque retorcido no deja de ser un muy interesante villano) y unas victimas mucho más suculentas: las empresas aseguradoras (ahí sí que hay cabrones a mansalva, con perdón si alguno me está leyendo…).

Aquí, a pesar de contar con el mismo director (Kevin Greutert), todo eso se pierde: la aparición de Tobin Bell como Jisaw es prácticamente anecdótica (realmente fugaz), su relevancia en la historia mínima (increíble teniendo en cuenta que todo esto es supuestamente SU gran plan), y al hipócrita que han escogido esta vez para torturar así como su sufrimiento carecen de interés (por cierto, no hubiese pasado nada por terminar una historia con final feliz, hubiese resultado hasta original). Algo más de interés sí que tiene la de la trama “policiaca” (por así llamarla), pues llevamos tanto tiempo siguiendo las andanzas del detective Hoffman (correcto Costas Mandylor) y de Jill (la ex de Jisaw), que es inevitable querer saber cómo se resuelve todo, pero ni con esto se cumplen unos mínimos. Simplemente son los últimos “seguidores” del legado de Jisaw dándose de hostias, viendo a ver quién se sale con la suya, y uno espera en todo momento un giro maestro, la última jugada del inteligente asesino tan aficionado a dejarnos con la boca abierta, que sencillamente no se da.

SPOILER Cuesta creer (pues en el resto de la saga tuvo siempre un talento inhumano para adelantarse a los acontecimientos) que dejara tan alegremente a su querida ex mujer indefensa, así como que diera tal rienda suelta al inestable Hoffman. Pero lo que más, lo que más cuesta creer, es que su GRAN plan fuera que “si pasaba algo” (si eso) un grupo de matones encabezado por el doctor de la primera (convertido a su causa como casi todas sus víctimas supervivientes, en una demostración colectiva de síndrome de Estocolmo risible) fuera a cantarle al otro las cuarenta. FIN SPOILER. Así es, les ha costado, pero después de siete entregas han conseguido que el inteligente y carismático John Kramer parezca tonto de remate, y lo que es peor, demostrado que nosotros los espectadores, por permitir que nos la cuelen así, de hecho lo somos. Incluso no esperando nada, `Saw 7´ es decepcionante.